06 Nov Las huertas en la ciudad llegaron para quedarse
“Hay que volver a la agroecología. Aún con falta de espacio, las granjas verticales con cultivos hidropónicos están cobrando mucho auge. Es falso que no se pueda alimentar al mundo sin agroquímicos».
Irene Wais de Badgen, bióloga de la Universidad Estatal de Oregon, EEUU
Desde hace varios años las huertas urbanas no paran de multiplicarse. Esta buena nueva se traduce en más y más personas de todas las clases sociales que vuelven a tener contacto con la naturaleza, sus ciclos y sus generosos frutos.
Primero quiero contarles de la Escuela n°24 de la isla Maciel. Allí funciona una secundaria con jornada extendida. Está ubicada en un barrio que tiene muchas problemáticas, entre ellas ambientales que están ligadas a su cercanía con el Riachuelo, uno de los ríos más contaminados del país, y con la industria petroquímica. Por todo esto, elegir trabajar una huerta en este entorno rompe el esquema, para bien.
En conversación con Cosecha Urbana de Télam el psicológo social Pedro Suárez, impulsor del proyecto, contó el rol de la huerta entre sus alumnos. «Fomenta el trabajo en equipo, les permite entender que todos somos iguales cuando trabajamos la tierra y que necesitan del otro para estas tareas».
Entre los beneficios de cultivar en escuelas Pedro explica que «sacar a los chicos de las aulas los hace sentir más libres y los entusiasma. Como muchos de sus padres o abuelos han trabajado la tierra se despierta un interés que de alguna manera ya estaba en ellos. Se dan charlas muy lindas y un contexto más humano. De paso cuando se cosecha pueden llevar las verduras a sus casas».
La rutina escolar desde hace un año implica tareas de mantenimiento y riego de 12 a 12.30 h. Entre los aprendizajes que se generan en este ámbito novedoso están la agroecología y las cuestiones de género. Pedro recuerda que «al principio no querían ni embarrarse las zapatillas y ahora todo lo contrario. Inclusive hay dos o tres chicos que tienen terreno así que se llevaron semillas y plantines para armar su huerta en la casa«.
Para conocer más de este hermoso trabajo pedagógico pueden ir a la página Cultivarte Isla Maciel
En el otro extremo de la ciudad (Escobar) y de las posibilidades económicas Puertos, una ciudad-pueblo dentro de la cual funcionan barrios privados, tiene su propia propuesta de huertas comunitarias. A través de Huerta circular -y replicando una iniciativa que nació en Nordelta- cada barrio tiene su espacio para cultivar donde los vecinos son bienvenidos a aprender el arte de sembrar, cuidar y cosechar.
Me parece positivo que existan actividades así también entre quienes más tienen. Por un lado, aprenden a producir el alimento en el mismo lugar que habitan, comprenden sobre los tiempos de la madre tierra, sobre residuos orgánicos (algunos vecinos ofrecen su césped cortado para «cubre suelo» o hacen su propio compost) y se sensibilizan con cuestiones que de otra manera podrían pasarles por alto.
Además, Huerta Circular busca ser un centro de reunión para integrar a la comunidad de Nordelta con el barrio de Las Tunas y otras comunidades, además de facilitar el trabajo en red con diversas organizaciones sociales que trabajan en torno a sustentabilidad, comida orgánica y saludable, y la vida al aire libre.
Estuve en Puertos con Martín y Eduardo de Huerta Circular y pude notar cuánto aman huertear y enseñar todo lo que esta noble tarea les da día a día. Como bien decían: «tras tres generaciones que nacieron y vivieron en el cemento de las ciudades, hacer huerta es un despertar a un entorno que cada vez nos necesita más».
Por su parte, los cultivos hidropónicos son otra forma de tener ricos vegetales en los lugares más insospechados. Empresas como Verde Agua han ayudado a que ningún balcón por pequeño que sea se quede sin la posibilidad de cultivar el alimento propio. Ellos son aliados perfectos si se necesita diseñar y crear huertas hidropónicas verticales y horizontales así sea para hogares, empresas y gastronomía.
Han sumado su instalaciones en balcones de departamentos y jardines. El espacio no es una limitante: «muchas veces son muy chicos y tenemos que personalizar cada huerta para que entren» pero siempre logran su misión. «También instalamos en la terraza de las oficinas de una empresa, en un lugar compartido, con el objetivo de crear una actividad colaborativa entre los equipos«.
Hay una sola cosa mejor que saber que las huertas son cada vez más: ¡tener tu propia huerta vos mismo!
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