El hemisferio occidental de nuestro planeta se vio entusiasmado a principios del siglo veinte por los resultados de lo que dieron en llamar “revolución verde”, que prometía terminar con el horror del hambre en el mundo.
Así fue como, tras siglos de una forma tradicional de alimentación, la humanidad pasó al sistema productivo hoy hegemónico. Bien lejos de su noble objetivo, sus únicos resultados fueron lograr rindes espectaculares en ciertos cultivos y contaminar los ecosistemas.
A la par que concentraron la tierra en pocas manos y generaron crueles enfermedades en las poblaciones producto de las grandes cantidades de venenos que se utilizan (venenos usados en las guerras mundiales contra el “enemigo” y reciclados en las prácticas agrícolas en su llamada lucha contra las “plagas”).
Artículo relacionado: Efectos de los usos de agroquímicos en Argentina
A partir de mitad del siglo pasado se comenzó a resistir esta forma de producción. Asimismo, la presión social en su contra se fue acrecentando; especialmente en países del oeste de Europa y Japón. Fue entonces que, para los años sesenta, surgieron los alimentos “orgánicos”. Fueron la respuesta a una clara demanda de ciertos sectores de la sociedad.
Con el tiempo, se fue extendiendo por el mundo la práctica de cultivar alimentos orgánicos, ecológicos o biológicos con los matices culturales propios de cada lugar; claro está. Además de persistir aún la práctica tradicional que utilizó la humanidad por siglos, de la mano de las culturas originarias.
Producción orgánica
De acuerdo a la definición propuesta por la Comisión del Codex Alimentarius de la FAO, la agricultura orgánica “es un sistema global de gestión de la producción que fomenta y realza la salud de los agro ecosistemas, inclusive la diversidad, los ciclos y la actividad biológica del suelo”.
Esto se consigue aplicando, siempre que es posible, métodos agronómicos, biológicos y mecánicos. Estas prácticas están en contraposición a la utilización de materiales sintéticos, para desempeñar cualquier función específica dentro del sistema”*.
Lo que distingue a la agricultura orgánica de la convencional en términos del mercado es que está reglamentada en virtud de diferentes normas y programas de certificación.
En Argentina la agricultura orgánica se inició en la década de 1990 por la intención de los productores de orgánicos de ubicar sus productos en el mercado externo. En el año 1992, el entonces IASCAV (Instituto Argentino de Sanidad y Calidad Vegetal) elaboróa las directrices para el Sistema Nacional de Control de Productos Orgánicos. En 1996 finalmente incluyen a Argentina como país equivalente con las normas de la UE (Unión Europea); y recién en 2006 su equivalencia con la normativa japonesa.
Este modelo de producción se llama “modelo de sustitución de insumos”. Utiliza insumos autorizados por la normativa que son amigables con el ambiente. Lógicamente, no admite agroquímicos ni transgénicos usados en la agricultura convencional.
A su vez mantiene la lógica de mercado inserta en el actual sistema capitalista, de maximización de ganancias y capitalización de aquellos sectores productivos que tienen el capital necesario para invertir en la conversión hacia el sistema de producción orgánico y su mantenimiento en el tiempo. Existen organizaciones como IFOAM (Federación Internacional de Movimientos de la Agricultura Orgánica) que fomentan el desarrollo de la agricultura orgánica certificada.
Agroecología o agricultura ecológica
La agroecología es llamada la “base científica de la agricultura ecológica”. Está basada en un entendimiento profundo de las relaciones ecológicas que se establecen en el agro ecosistema.
Sevilla Guzmán definió a la agroecología como el manejo ecológico de los recursos naturales a través de formas de acción social colectiva para el establecimiento de sistemas de control participativo y democrático de la producción y circulación de alimentos.
Otra vez se define en oposición a las formas degradantes de producción y consumo que han generado la crisis ecológica. Para Altieri* se trata de una disciplina o un modo de interpretar y proponer alternativas integrales y sustentables en la realidad agrícola, incluyendo las condiciones sociales de producción y distribución de alimentos.
Este último autor analiza todo tipo de procesos agrarios en sentido amplio, ciclos minerales, transformación de la energía, procesos biológicos y relaciones socioeconómicas como un todo, aplicando principios ecológicos para diseñar y administrar agro ecosistemas sostenibles.
Entonces, la agroecología emerge como una disciplina que provee los principios ecológicos básicos sobre cómo estudiar, diseñar y manejar agro ecosistemas que son productivos y a su vez conservadores de los recursos naturales. Pero no se quedan allí sino que se trata de agroecosistemas que son culturalmente sensibles y socialmente y económicamente viables.
Contempla el comercio justo, las relaciones de confianza y de solidaridad entre las personas basándose en una definición holística, más integradora y acorde a los tiempos actuales de tendencia a un cambio de paradigma en materia humana y agronómica.
En este esquema, es fundamental que los agricultores se involucren en el proceso de investigación, asumiéndose entonces un enfoque participativo de esta estrategia productiva.
Los objetivos biológicos son básicamente los mismos que contempla la definición de la FAO, además de utilizar numerosas técnicas agronómicas y ecológicas comprobadas científicamente. Sin embargo en nuestro país no cuenta con normas oficiales y/o programas de certificación.
Tampoco con un adecuado sistema oficial de trazabilidad. La agroecología es apoyada y fomentada por numerosas instituciones académicas nacionales e internacionales y asociaciones científicas y sociales como SOCLA (Sociedad Científica Latinoamericana de Agroecología) y MAELA (Movimiento Agroecológico de Latinoamérica y El Caribe). Pero en mi opinión, aún no cuenta con la decisión política suficiente para imponerse a las ideas cuasi-hegemónicas sobre cómo se debe producir.
Ensayo escrito por Verónica Andrea Troiano, Bióloga argentina
Referencias:
*(Extraído de material curso: Producción Orgánica, Senasa 2013)
(Gorban, M -Seguridad y Soberanía Alimentaria, 2014)
(1999 Universidad de Berkeley, California)