Alternativa Verde | Paremos la marea de plástico: Mejor sin sorbete
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Paremos la marea de plástico: Mejor sin sorbete

Mejor sin pitillo organizada por La Ciudad Verde. Desde fines de marzo, su misión es dar difusión a los restaurantes y cafeterías que han tomado la iniciativa de retirar los sorbetes (allí pitillos) y motivar a otros establecimientos a dejar de utilizarlos. Aunque en rigor haya pasado nuestro querido julio “sin plástico”, desde Alternativa Verde queremos sumarnos firmemente a esta movida absolutamente necesaria. En mi caso hace ya tiempo prescindo de este adminiculo polémico, de los desechables más efímeros en la vida de una persona y más contaminantes del ambiente. Simplemente no los considero una opción si quiero beber algo y evito comprar los envases que las traigan incorporadas.

Para entender por qué son tan efímeros basta imaginar cuánto tiempo permaneció con vos cualquier sorbete que te hayan dado. Haya sido en un local de comida rápida, en un vaso de jugo de alguna cafetería de moda o pegado a un envase de tetrabrick tradicional. Haya sido en el trago en un boliche o en el licuado en una merienda. ¿Qué tal en una fiesta de cumpleaños o casamiento? Calculemos, 40 minutos cuanto mucho lo usaste y luego ¿qué? Para entender por qué decimos que es contaminante basta mencionar que, como derivado del petróleo (todos los plásticos lo son), no se degrada naturalmente sino que puede permanecer miles de años en el ambiente. Por esto, su disposición final debería ser rigurosa e ir al reciclaje. En cambio, su mal manejo termina haciendo que la mayoría de los sorbetes terminen tirados en la calle o perdidos camino al vertedero, filtrándose por los ductos y drenajes en una ruta directa hacia ríos y mares. En 2010 llegaron imprudentemente al mar entre 4,8 y 12,7 millones de toneladas de los 99,5 millones de toneladas de residuos plásticos producidos (sólo algunas) áreas estudiadas*. ¿Cómo ocurrió esto? Su mal manejo por parte de consumidores y el retiro deficiente de los mismos por las empresas de higiene pública son los principales causantes.

Obra de Chris Jordan con pedazos de plástico recolectados (tantos millones como los que llegan al mar cada día)[/caption]   De este total de plásticos mal gestionados que pueden llegar al mar, los sorbetes están en el Top 10 de los ítems recolectados en limpiezas de playas hechos por la Ocean Conservancy. De hecho, en 2014 estuvieron quintas entre los residuos que polucionaban playas junto a las tapas de botellas, envoltorios y colillas de cigarrillos. Esto nos da la pauta del daño que causa cuando son desechados. Una vez en el agua, estos plásticos son consumidos por organismos marinos o absorbidos por las corrientes oceánicas, acumulándose y flotando en el medio acuático indefinidamente. Cuando los sorbetes y otros objetos comienzan a desintegrarse liberan toxinas nocivas que afectan los ecosistemas en su totalidad. Se produce así lo se conoce como “tránsito vertical del plástico” en el que los residuos van desde la superficie al fondo marino, con consecuencias desconocidas. “No sabemos lo que está pasando con todo ese plástico en el fondo marino”, reconoce Andrés Cózar, investigador de la Universidad de Cádiz. La mayoría se vuelve microscópicamente pequeños porque están constantemente rompiéndose y haciéndose más ínfimos. Por este motivo se halló de este material en el sistema digestivo de unas 600 especies, desde ballenas a mejillones. El fotógrafo Chris Jordan quien trabaja documentando la polución plástica en el mar y sus habitantes, cuenta que cerca de 1.5 millones de albatros Laysan que llegan a la isla Midway han confundido plástico por comida y lo han ingerido como comida. A causa de ello, 1/3 de sus pollitos murieron al comer esta “dieta” tóxica.

Muerte aves marinas por ingesta plástico. Por Chris Jordan.[/caption] Estos albatros son sólo una fracción de las más de 1.000.000 de aves marinas que son víctimas de su consumo al año. Los sorbetes similares a los que acompañan los jugos pequeños causan muchas muertes porque son fáciles de levantar, manipular y tragar. Estos sorbetes bloquean las vías respiratorias y hacen que se ahoguen. En el Pacífico Norte solamente, entre 12.000 y 24.000 toneladas de plásticos termina en el sistema digestivo de los peces. De ellos se transfiere a toda la cadena alimentaria en la que ballenas, delfines y focas son afectadas. Alrededor del mundo, aproximadamente 100.000 mamíferos marinos consumen plástico cada año (parte de ellos derivados de sorbetes). Sir ir más lejos, las tortugas comen el doble de plástico que hace 25 años. Las tortugas marinas sufren daños a sus sistemas digestivos al consumir este material tan nocivo lo que las ha puesto en peligro. Como bien apunta el fotógrafo Jordan: “nadie quiere que esto esté pasando. La devastación que estamos causando es el efecto inadvertido de una sociedad compleja e incomprensiblemente gigante, en la que cada uno se siente muy pequeño como para marcar una diferencia significativa. Muchas de las prácticas que hoy tenemos son heredadas de una generación que no tenía idea que llegaríamos a esto.”

La Solución

Decir  NO, GRACIAS es la clave. Acostumbrarse a vivir sin sorbetes, aún si tienes niños, no puede ser tan difícil. Sin dudas son ellos los que mejor entenderán porque no hay que usarlos. Como Milo Cress, un niño de Vermont que se dio cuenta del problema y quiso reducir su uso en las restaurantes. En sintonía con Mejor sin pitillo pero un tiempito antes, por 2011 y con sólo 9 años, fundó el proyecto Be Straw-Free para difundir la necesidad de reducir estos objetos que causan un gran impacto ambiental. Propone instaurar una política de “Ofrecer Primero” lo que permite consultar si quieren usarla antes que ponerla directamente en las bebidas. Milo logró que la Asociación Nacional de Restaurantes de los estados de Vermont, Colorado, Illinois y Maine se comprometiera a usar menos y siguió su campaña llevando el mensaje donde fuera. Es importante tener presente que luchar contra el concepto de elementos “de un solo uso” y de “compre y tire” es lo primordial. La clave es que “la eliminación de un desechable no debe implicar la producción de otro material desechable”. La idea no es reemplazarlas por otras “menos malas” como las de de papel sino aprender a vivir sin ellas. 

¡Podemos lograrlo! ¡Pongamos manos a la obra!

Fuente Smithsonian / Obras Brent Alex / El País *Su estudio se centra en las poblaciones costeras, las que viven a una distancia de hasta 50 kilómetros del mar y el trabajo ha englobado zonas en las que habitan unos 2.000 millones de personas.

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