31 Jul Primer espacio sustentable de Villa 15
Me enteré de la implementación del Bio sistema en el Comedor En Haccore de Villa 15 y el interés que me generó fue inmediato. Desde hace tiempo quiero acercarme a la visión de sustentabilidad que existe en los barrios donde la realidad económica impone otras urgencias; el municipio con suerte llega y en los que la naturaleza quedó como un recuerdo del lugar que los vio nacer o una añoranza a la que parece improbable acceder.
Qué es un bio sistema
Un bio sistema busca imitar los ciclos naturales en espacios urbanos. La idea central es: “En la naturaleza no existe el concepto de residuos. Si algo queda de un ser vivo o de un proceso, eso servirá para enriquecer a otro ser o proceso” explica Gonzalo del Castillo, Director del Capítulo Argentino de Roma. Ésta organización junto al Movimiento Agua y Juventud, y con apoyo de la Subsecretaria de Hábitat e Inclusión del Gobierno de la Ciudad y el Centro de Sustentabilidad Ce-Sus, llevaron adelante el proyecto.
La meta fue, entonces, volver sustentable al Comedor En Haccore. Para ello se dotó de un colector solar que abastece de agua caliente; un biodigestor y una compostera para tratar los residuos y dos puntos de acopio de reciclables y aceite vegetal usado. Además se armó la huerta (en cajones e hidroponia) y se realizó el curso de producción de hongos comestibles. También surgió por pedido popular la necesidad de crear un espacio para mujeres. Y para darle forma se lo organizó pensando en aprender fito cosmética.
Hasta ahí, los datos duros. Sin embargo lo interesante está en el proceso que hubo detrás: ¿cómo se llegó a estas soluciones? ¿quiénes le dan vida a diario? ¿qué aprendizajes hay detrás de cada decisión alcanzada? Para darles respuesta, conversé con Milagros Sánchez y Soledad González, coordinadoras general y territorial del proyecto –respectivamente- y parte de Capítulo Argentino de Roma.
Sustentabilidad en barrios marginales
Milagros cuenta que trabajar en sustentabilidad desde Villa Oculta, en el barrio porteño de Lugano, requiere ponerse en el lugar del otro y “pensar que algo que para nosotros es un problema para ellos no lo es. O que el beneficio que nosotros encontramos no es el mismo de ellos”.
«La idea no era sólo cambiar hábitos sino también dotar a las personas de nuevas capacidades incluso laborales. Por ejemplo cuando instalamos el colector solar hicimos un evento de eficiencia energética para que todos los vecinos puedan mejorar su calidad de vida y se brindaron becas para que puedan capacitarse en energía solar térmica en CeSus”, cuenta.
Soledad refuerza la idea: “Nos interesaba que cada intervención estuviera acompañada de una capacitación. La cual hicimos el marco de eventos a los que venía gente del barrio, de la ciudad formal y referentes de las temáticas”.
“Ése intercambio fue muy rico”, repasa Milagros. El buen resultado les dio el ímpetu necesario para continuar trabajando “en la apropiación del proyecto por parte del comedor, la participación comunitaria y en que se genere un vínculo entre la ciudad formal e informal”.
Soledad agrega: “se trabajaron hábitos y también valorizamos positivamente prácticas que son sustentables aunque ellos no las reconozcan como tales. Acá no hay desperdicio de alimentos, no se usan descartables (cada uno viene con su plato, lo lavan y se lo llevan), acá se consume agua de grifo”, relata.
Entre los mayores desafíos marca: “Lo que más cuesta es la percepción del beneficio a largo plazo”. Por eso cada pequeño logro se aprecia. Por caso, recuerdan: “en seguida que instalamos el colector solar se rompió el termotanque. Aquí tenían un problema con el llenado de las ollas en la cocina: usan cinco gigantes a la vez y como no entran en la bacha para llenarlas que hacerlo tarrito por tarrito, lo que llevaba mucho tiempo. Por eso hicimos una bajada directa de agua caliente para que puedan dejar de hacer ese esfuerzo físico”. Ahí las cocineras pudieron ver el beneficio al colector solar que está en el techo y ni se ve».
Este intenso trabajo en conjunto entre las organizaciones y quienes dirigen y asisten al comedor ha dado frutos que ya se pueden disfrutar. Como bien dice Soledad, se trata de “generar un espacio que no nos esté incentivando a consumir nada y desde donde recuperar cosas que toda la sociedad nos ha dicho que no son buenas”.
El comedor: un espacio de contención
En la visita a En Haccore conversé con Bilma Acuña, la vecina de Villa 15 creadora de este espacio que funciona desde 1.993 y que hoy recibe a 400 personas por día en busca de su almuerzo y merienda, de lunes a viernes. Además se brindan talleres de oficios, arte y primaria para adultos y se asiste en temas de violencia familiar.
Bilma dice que “La incorporación de la ONG fue algo muy bueno porque se rompió un cerco que había entre el barrio y los villeros. Siempre se dice «los de la villa» como aquello que no se quiere ver. Y en la huerta participó gente de Soldati, Mataderos, Lugano I y II, cosa que antes no sucedía”.
Se alegra mucho al contar cómo cuando chicos y adolescentes de organizaciones de la villa visitan la huerta se quedan maravillados: “Me dicen, ‘vos lo tenías escondido a esto’. Las plantas, la tierra, cuando lo ven se sorprenden, y eso a mi me llena de alegría”.
“Hay mucho cemento en la villa y casi no tenemos espacios verdes, porque hasta las plazas se han tomado. Entonces cosechar lo que uno siembra permite un contacto con lo natural, aparte de evitar los pesticidas y no envenarnos. También nos están enseñando a hacer repelentes naturales y reciclar todo: aceite, cáscaras de verduras, cartones, eso que también es ayudar a otros. Son monedas pero es algo”, sostiene.
Más allá de todo lo bueno que trajo el bio sistema al comedor, aproveché para consultarle cómo se vive la coyuntura actual de nuestro país: “si bien vivimos de crisis en crisis nunca fue tan violento como ahora”, responde. Por eso la ayuda nunca sobre, en especial porque “Los alimentos siempre se necesitan.»
Más allá de esta primera experiencia, desde Movimiento Agua y Juventud están trabajando en replicar el Biosistema Urbano en dos nuevos puntos. Ya demostraron que la sustentabilidad es posible donde sea siempre que se base en la articulación con otras organizaciones locales y abriéndose al diálogo y el intercambio. El horizonte que se abre, sin dudas, pide seguir multiplicando.
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