02 Abr Pastizales y desertificación: ¿la salvación está en la ganadería?
Para poder ponerle un freno al cambio climático estamos acostumbrados a escuchar más o menos las mismas soluciones: olvidar las energías fósiles e ir por las renovables, decirle NO al consumo desmedido, cambiar la forma de producción por una economía circular, detener los desmontes y el avance de la frontera agropecuaria, regenerar nuestros bosques… Pero hacer un manejo del ganado que permita regenerar los suelos, eso sí que es novedoso. ¿No te parece?
De eso se trata la propuesta del biólogo Allan Savory, creador del Método Holístico, quien visitó Argentina en noviembre pasado y a cuya charla en La Rural concurrí con la excusa de colaborar con los amigos de Ecomanía.
En resumen Savory dice que su técnica regenera los pastizales del planeta y evita la desertificación de los suelos. ¿Cómo? Gestionando la agricultura de manera que capture el carbono de la atmósfera. De esta manera se inicia un círculo virtuoso en que el ganado colabora en el aumento de la cobertura vegetal y de la biodiversidad y se mejoran los ciclos minerales y de agua.
A pesar que todos apuntan contra el ganado como principal emisor de dióxido de carbono y destructor de los suelos, Savory descubrió que si ellos no están, se acelera la desertificación. Volver a llevar el ganado a los campos, por su parte, hace todo lo contrario siempre que se lo maneje bajo la Ganadería Regenerativa y el Método Holístico.
Bajo esta visión los animales agrupados y moviéndose terminan siendo como las antiguas manadas y sus predadores, reproduciendo una “danza” en que la vegetación captura el carbona del aire y la lleva al suelo, mientras el ganado come esa vegetación y permite no sólo que los pastizales eviten oxidarse y mueran –lo que dejaría al suelo sin vida- sino que al defecar devuelven los nutrientes a la tierra, volviéndola más fértil.
Savory asegura que el carbono vuelve así al suelo donde siempre estuvo, los campos vuelven a ser sanos y refrescan la atmósfera –frenan al calentamiento global-, además de permear el agua y recuperar su calidad –frena la desertificación-. Todo esto mientras los animales crecen a la vieja usanza.
Su apuesta es poderosa: al cambiar la forma en la que manejamos nuestra tierra podríamos transformar la agricultura en un sector económico que secuestra carbono en lugar de emitirlo. Ese potencial, dicen, no lo tiene ningún otro sector. Pero claro en una sociedad que busca la defensa de los derechos de los animales y aboga por una dieta libre de crueldad, el Método Holístico puede generar más ruido que certeza. Y lo mismo en el sector de los agropecuarios, que por lo que escuché, desconfían de formas tan novedosas de gestionar sus tierras.
Entre tanta desconfianza y mientras nos decidimos por tomar o no esta propuesta, el problema continúa: los suelos se están transformando en desiertos, actualmente 2/3 de los pastizales del mundo ya lo son. Esto ocurre porque se pierde la capa fértil. El resultado son campos improductivos que a su vez “emiten calor y lo liberan a la atmósfera. Es como tener un radiador enorme” que, claro, contribuye al calentamiento global.
Plantar árboles no nos salva porque no revierte la desertificación, alertan desde Ovis 21. Por eso, frente a la urgencia del cambio climático, es vital recuperar la función de los pastizales que hoy estamos perdiendo y que es la de ser el principal sumidero de carbono del mundo. Es decir, los pastizales “sacan al carbono del aire y lo almacenan en el suelo. Por eso los mejores suelos del planeta fueron pastizales originalmente, incluyendo la llanura pampeana”, explicó Pablo Borrelli, Fundador y Gerente de Ovis 21, en la jornada.
Y agregó: “las emisiones de gases de efecto invernadero son como canillas abiertas echando agua en una bañadera. Es necesario cerrarlas, pero también hay que revisar qué pasa con el desagüe. Hay que comprobar el estado de los sumideros. Antes de la aparición de los humanos los suelos contenían unos 400 Gt más de carbono”. Ahora esto ya no ocurre porque han pasado de ser esponjas a radiadores. Entonces, ¿cómo lo solucionamos?
“Hay que volver al equilibrio del pastoreo en la naturaleza”, apunta Borrelli. Si se quiere sanar el suelo, se debe tener en cuenta cuál es su conexión con la vegetación que lo cubre, el ganado que lo frecuenta y los humanos que lo explotan, de eso se trata el Manejo Holístico y la Ganadería Regenerativa.
Y hay que sumarle que trabaja para recuperar la efectividad de los procesos ecosistémicos clave, como el ciclo del agua, el ciclo de nutrientes, el flujo de energía y la dinámica de la comunidad. Sus resultados pueden verificarse mediante diferentes procesos como por ejemplo el Estándar de Pastoreo Regenerativo y Sustentable (GRASS) desarrollado por OVIS 21 y The Nature Conservancy en la Patagonia, que se aplica hoy en 1.3 millones de hectáreas de Argentina y Chile.
La Ganadería Regenerativa y el Manejo Holístico van de la mano. Son formas de planificar la actividad agropecuaria viendo la totalidad del panorama a gestionar. “Los predios que planifican el pastoreo logran alcanzar tazas de acumulación de carbono máximas para su ambiente y además este método recupera la biodiversidad y funcionalidad de los ecosistemas”, detalla Borrelli.
Según sus cálculos, si en Argentina se pudiera regenerar 40% de sus pastizales se retirarían del aire la totalidad de sus emisiones netas (0,16 Gt según Banco Mundial). Y tal vez lo más impactante y novedoso es que producir más y cuidar el medio ambiente ya no son antagónicos, sino que van de la mano.
Debemos contar con un suelo sano como aliado frente al cambio climático pero también para devolverle al planeta su prodigalidad y su equilibrio. La pregunta queda ¿estamos dispuestos a sumar soluciones como ésta a nuestro plan de acción?
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