21 Oct Un buque suizo va tras los pasos de Magallanes midiendo la polución sonora y plástica de los océanos
Conversar con un emprendedor hindú que revoluciona la agricultura a pequeña escala de su país, conocer sobre el próximo barrio cerrado argentino que se propone ser un “eco pueblo”, disfrutar de una muestra fotográfica que muestra la transformación de la iluminación porteña… y ahora le sumo el privilegio de estar a bordo de un buque de bandera suiza en el Puerto de Buenos Aires que zarpa con el afán de desandar los pasos de Magallanes, relevando a su paso información de los océanos y el efecto de los hombres sobre ellos. Todas estas son noticias medioambientales que me pone feliz acercarte a través de Alternativa 🙂
El viernes pasado estuve en la conferencia de prensa de The ocean mapping expedition protagonizada por una tripulación suiza, ciéntificos, jóvenes argentinos en riesgo de exclusión social y dibujantes ginebrinos y de todas partes del globo. Este pintoresco grupo está enfocado en conocer con más exactitud el impacto humano en el océano y ayudar a repensar nuestra relación con el ambiente marino.
El buque y la expedición
El Fleur de Passion parte hoy 21 de octubre desde Buenos Aires para navegar dirección sur, de Mar del Plata a Punta Arenas, hasta cruzar el Estrecho de Magallanes, travesía que alcanzará su punto cumbre en diciembre-enero, timonado por el argentino Jorge González. Luego seguirá su vuelta al mundo que busca completar en 4 años.
El hermoso buque de la fundación suiza Pacifique, el cual pude visitar, navega el mundo desde 1.941. Es un barco a motor de la Armada alemana que cumplió tareas durante la Segunda Guerra mundial para luego pasar a manos de la Marina de guerra francesa la cual, luego de treinta años, lo despojó del armamento y lo vendió a un particular. Esta persona hizo del Fleur un buque de vela.
The ocean está centrado en tres polos – científicos, socio-educativos y culturales – aplicando programas novedosos y de un valor inconmensurable para la sociedad. Su misión: observar, comprender, cartografiar y dar a conocer el estado de los océanos a la luz de esta primera vuelta al mundo.
Samuel Gardaz, Vice-Presidente y miembro fundador de Pacifique, contó a Alternativa que “navegar aguas argentinas es algo especial para nosotros porque es donde Magallanes comenzó a buscar cómo dirigirse al oeste, explorando cada río como si fuera un canal hacia el Océano Pacífico. Como él, nosotros hemos hecho –hasta ahora- desde Sevilla a Brasil por aguas “conocidas” y ahora tenemos la sensación de que estamos ingresando a lo «desconocido»”.
Consultado por las expectativas, Samuel nos contó: “nuestro desafío es poder implementar en su totalidad los programas, agregar alguno más si podemos, y terminar el viaje trayendo y compartiendo «las especias de hoy»: una nueva relación con nuestra “madre mar” basada en una visión clara de los desafíos que tenemos que sobrepasar en términos de desarrollo sustentable. El nombre de nuestra fundación se refiere no sólo al océano que Magallanes cruzó sino también a la relación entre las personas entre ellas y con el planeta”.
Su misión ecológica
En este sentido, me pareció sumamente vital e innovador el programa 20.000 sonidos bajo el mar en el cual la ciencia se pone al servicio del ambiente acuático como nunca antes, cartografiando la polución sonora de los océanos ayudado de paneles acústicos que toman la información, sin importar la profundidad desde la que provengan.
Como bien explicaron durante la conferencia, el medio marino es predominantemente sonoro: los mejillones hacen chasquidos y los cachalotes son muy vocales, sólo por citar dos de los ejemplos que pudimos apreciar en la presentación. Ocurre que con la creciente actividad humana en los mares (turbinas eólicas, embarcaciones de todos los portes, plataformas de extracción petrolera) se alteró este murmullo natural afectando el modo en que las criaturas logran orientarse, conseguir comida y relacionarse entre sí. Esto puede generar la pérdida de la audición en algunos individuos y hasta la muerte en aquellos que queden accidentalmente muy cerca de la fuente del ruido. También se registran trastornos que se hacen notables con el tiempo porque se dan progresivamente.
“Por primera vez, un barco está permanentemente equipado con sensores de última tecnología que permiten plasmar una cartografía oceánica acústica a una escala hasta hoy nunca realizada”, dijo en conferencia Michel André, colaborador clave del proyecto, biólogo e ingeniero, Director del Laboratorio de Aplicaciones Bioacústicas, LAB, de la Universidad Politécnica de Cataluña.
“El programa 20.000 sonidos bajo el mar detecta y clasifica automáticamente todos los sonidos – de origen humano o naturales – a lo largo del recorrido de Fleur de Passion y los envía en tiempo real a tierra a los investigadores del LAB”. Así se facilita la solución en el menor margen de tiempo posible, por ejemplo contactando a la fuente de ruido para alertarla y, por ejemplo, suspender la actividad o desviarse de rumbo evitando una colisión.
Consultado por Alternativa sobre cuán grande piensa que es el daño que los humanos hemos hecho, el biólogo no se anima a arriesgar un porcentaje. “Eso recién lo sabremos con certeza al finalizar la Expedición pero lo que sí puedo decirte es que, como profesional, pienso que estamos llegando tarde a este problema. Recién hace 10 años que empezamos a prestarle atención y sólo ahora se está generando mayor información al respecto. Cuando tengamos el panorama completo puede ser muy tarde”.
Pero The ocean… también está recavando datos, a través del programa Micromégas, sobre cuánto plástico hay en el Atlántico, el Pacífico y el Índico. El trabajo es realizado en cooperación con la asociación suiza Oceaneye con sede en Ginebra. Durante el viaje, se recogen muestras periódicas de agua de mar para evaluar el contenido de contaminantes plásticos y enviarlas luego al Laboratorio Central de Medio Ambiente de la Escuela Politécnica Federal de Lausana (EPFL).
Su costado social
La misión social de este, el velero más grande de Suiza, tiene nombre: “Jóvenes en el mar” y permite acoger varias decenas de adolescentes y jóvenes adultos en el marco de estadías de reinserción o de experiencia de vida en el mar, en grupo o individualmente, como grumetes integrados a la tripulación. Por una semana, un mes o aún más, todos se embarcarán como tripulantes confirmados a bordo de un buque de vela para “trabajar juntos”, con el objetivo de experimentar las exigencias de la vida a bordo, pero también y sobre todo, para descubrir el mar abierto, conocer a los otros y a sí mismos.
¡Dibujantes abardo!
Como si fuera poco, y este buque no contuviera suficientes propósitos e historias geniales, falta contarles un proyecto que me encanta tanto como los anteriores. Se trata del Espejo de Magallanes, que abre las puertas a una docena de dibujantes de historietas, suizos y extranjeros, que se turnarán durante una, dos o tres semanas, para contar, bajo la forma de “relatos de navegante”, las vicisitudes de la expedición y de la vida a bordo. Por citar a alguno de los dibujantes que embarcaron mencionaremos a Zep, padrino de la fundación, Tom Tirabosco y Matthieu Berthod. Serán seguidos en diciembre próximo por Pierre Wazem, quien realizará la travesía del estrecho de Magallanes entre Punta Arenas y Puerto Natales a bordo de la Fleur de Passion.
Ana María
Publicado 23:00h, 21 octubreMuy interesante!!!! No te anotaste como grumete? Qué experiencia, no?
Meri Castro
Publicado 10:04h, 22 octubreLa verdad que me daría un poco de miedo navegar tanto tiempo seguido pero sería algo realmente genial 🙂
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