27 Ago Entendiendo el Cambio Climático y sus consecuencias
El Cambio Climático: desmentido, ninguneado, tapado, desestimado. Es ése gran tema que escuchamos siempre merodear las conversaciones, invocado como paragüas que explica muchas cosas aunque nunca se entienda muy bien qué es o por qué nos afecta. Tanto se lo invoca y tan poco se lo explica que hasta los llamados “periodistas” se dan el lujo de ignorarlo y, desde su falta de prudencia, encandilados por el ráting y recortados por la pauta, contribuyen a desinformar.
Qué difícil es abordarlo sin caer en los dos extremos al que tanto nos tienen acostumbrados: la minimización (es un fenómeno lejano del que no veremos sus consecuencias en esta generación así que por qué ocuparse) o el tremendismo que deriva en pánico (ya hemos hecho tanto mal que no podemos remediarlo así que por qué molestarnos).
Creo que en estas características estriba el hecho de que no me haya animado antes a abordar este tema en Alternativa. Quería poder hacerlo de una manera seria, como se merece. Tras haber participado en webinarios como los de Claves 21 y Hosteltur; compartido una interesante conversación con otros colegas de prensa junto a Cali Villalonga y tras mucha lectura (muy recomendable de Rolling Stone donde se pinta el panorama como pocas veces antes), voy a hacer un buen intento para que juntos comprendamos por qué el Cambio Climático debe ser un tema que ocupe el interés de la opinión pública de una vez y para siempre.
El hecho de que el Papa Francisco y, luego, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, lo hayan nombrado con todas las letras nos pone en alerta de que estamos en momento de sacarnos las vendas de los ojos y comenzar a tomar cartas en el asunto. Creo que sólo si comprendemos y conocemos qué está pasando podremos movilizar al grueso de las personas a comprometerse a la acción, de verdad.
“Vamos a tener un clima diferente al que tenemos hoy. Necesitamos tener estrategias políticas de planificación para morigerar las consecuencias que derivarán de ello” explicó en el webinario de Claves 21 la Dra Matilde Rusticucci, especialista del Departamento de Ciencias de la Atmósfera y los Océanos.
La científica explicó que el efecto invernadero es algo natural que siempre ha existido. La energía del sol es capturada por la atmósfera y es lo que permite no perder temperatura, factor que habilita la posibilidad de vida en el planeta. Esa radiación captada vuelve en un porcentaje mínimo y en otro tipo de onda del que ingresa a ser despedida de la faz de la tierra hacia el espacio.
Esos gases estaban en equilibrio hasta que un buen día el hombre empezó con sus emisiones “extra” y, con ello, generó un gran problema. Nuestras emanaciones de dióxido de carbono (transporte, energía a partir del carbón, petróleo y gas) y metano (ganado y descomposición de la basura) y la creciente humedad quedan suspendidos en la atmósfera y ejercen la misma función que ésta última: capturar la radiación saliente, es decir, el calor. Con lo cual tenemos tres actores donde debería haber sólo uno. De esta manera, queda más calor “encerrado” que termina por derivar en lo que todos conocemos como Calentamiento Global.
“2010 y 2014 han sido los años de mayor calor jamás registrados. El mayo pasado fue el más caliente y con un junio con temperaturas por encima del promedio perfilamos 2015 como un año récord” -para mal-, explicó Villalonga. Necesitamos con urgencia “conseguir acuerdo mundial para que la temperatura global no ascienda más allá de los 2ºC en la próxima década”.
Juan Carlos Villalonga, activista ecologista hoy al frente de la Agencia de Protección Ambiental del Gobierno de la Ciudad, detalló por qué llegamos a esta crisis: “hemos afectado el circuito de carbono. Antes estaba almacenado en la vegetación y en el intercambio de los océanos. Lo sacamos del subsuelo y lo inyectamos en la atmósfera”. Imagínense que extrayendo gas, petróleo y carbón hemos liberado de su estado de reposo a este componente, lo quemamos y lo enviamos a la atmósfera generando más efecto invernadero. Eso no es algo que se pueda hacer tan gratuitamente aunque por décadas los humanos nos engañamos creyendo que sí lo era.
Además, esos gases no paran de aumentar al ritmo que la industria crece para abastecer a una población que se multiplica como nunca y que consume y contamina sin dar respiro a la naturaleza. Gases que provienen de actividades como la quema de combustibles fósiles (transporte, industria, energía) pero también de la cría de ganado (la semana pasada se supo que dejar de criar vacas para consumo humano sería más beneficioso para frenar el Calentamiento que parar el tráfico mundial), de la descomposición natural de nuestra muchas veces antinatural basura, entre muchas otras cosas.
Súmenle que hemos destruido (y seguimos destruyendo) los pulmones verdes, eliminando los árboles que se encargan de transformar el dióxido en oxígeno y así metiéndonos más en una deuda enorme con lo que dejaremos a las generaciones futuras.
Vale decir que todo este circuito está ligado a actividades económicas: consumo constante, compre y tire y cada variante de la rueda capitalista de extraer recursos como si la naturaleza fuera un depósito infinito. Detener ese movimiento, aunque sea paulatinamente, implica virar el flujo de ganancias o resignarlas. Algo que los poderosos no piensan sacrificar por algo tan vano como la sustentabilidad del planeta, ¿no creen?
Por ejemplo, según apunta Villalonga, contamos con un presupuesto de carbono, es decir una cuota “permitida” de emisiones por año dentro de cuyos límites podemos trabajar sin dañar más aún al medio ambiente. Como una cuota tolerable, digámosle, de la que siempre nos estamos excediendo, acelerando así al proceso de calentamiento global. La situación es compleja. Para ilustrarlo tomemos por medida que, para mantenernos dentro del presupuesto de carbono, “habría que apagar Estados Unidos, China y la Unión”, apuntó Cali en el webinario de Claves 21.
Frente a esta negligencia en frenar este sobregiro ecológico, el sutil equilibrio de cada uno de los componentes de la Pachamama (nieve, suelo, hielo, océanos y biota) ya está trastocado. El mundo, recalentándose, ofrece un menú de lluvias intensas que derivan en inundaciones; sequías que derivan en incendios y olas de calor que propagan enfermedades. Nada de eso son catástrofes naturales aisladas sino el resultado de lo que hemos causado los hombres sobre el planeta.
Como seguimos echando leña al fuego, los síntomas ya están a la vista: cada vez menos noches frescas y la primera ola de calor en Europa en 2003. Por mencionar el caso de lo ocurrido en Moscú en 2010, una ciudad acostumbrada a tener sólo 9 días con temperaturas de 25ºC o más pasó a tener 31 días con esta temperatura al año. Algo alarmante cuanto menos, ¿verdad?
Claro que estos eventos extremos existieron siempre pero de ahora en más, gracias a esta influencia drástica que nuestra actividad irresponsable ha causado, las olas de calor que antes se daba de a una cada 100 años se darán una cada 5 años o menos. También las reservas de aguas dulces que provienen de los glaciares se ven afectadas y repercutirán, indefectiblemente, en nuestra vida. Además, hay más humedad en el aire, la temperatura de los océanos aumenta, los hielos de los glaciares se derriten lo que aumenta el nivel de las aguas a nivel global.
Todo esto no es más que la reacción lógica del planeta como organismo vivo en su afán de volver a restaurar el equilibrio perdido. “El calor retenido es energía que se concentra en la atmósfera. Toda esa energía debe ser canalizada de alguna manera y los eventos extremos son la forma que encuentra la tierra para poder hacerlo”, resume el biólogo Tomás de Olázabal.
Como bien apunta la Doctora Rusticucci “ya no se puede dudar del Cambio Climático. El 97% de los científicos están de acuerdo sobre su existencia”. Frente a esta realidad lo que resta es poner en marcha la MITIGACIÓN y la ADAPTACIÓN. La primera implica acciones tendientes a controlar el aumento de la temperatura y así, disminuir, retrasar o eliminar las consecuencias del mismo. Lo cierto es que la falta de compromiso y políticas firmes para reducir emisiones ha hecho que lleguemos un poco tarde para mitigar nada. La adaptación es empezar a tomar medidas para estar preparados cuando esos eventos extremos azoten nuestros pagos.
Aquí un breve, lindo y práctico videito para entender qué son estas dos palabras claves para nuestro futuro:
De cara a los próximos 5 años y de miras a la COP 21 que se desarrollará en París a fines de este año, donde cada país debe llevar su propuesta concreta para reducir emisiones, “las acciones voluntarias van a ser claves hasta que queden firmes los acuerdos que deriven de esta reunión. 2015/2020 será un punto de inflexión para reducir las emisiones y determinará lo que ocurra en el resto de este siglo”, dijo Villalonga.
Por supuesto hay mucho más para decir sobre el tema: ahondar en las consecuencias y también en las soluciones, que gracias a las herramientas tecnológicas con las que hoy contamos, son muchas y van a ser las claves para enfrentar lo que viene. Pero quería empezar desde el concepto más básico para que juntos comprendamos que el tiempo de empezar es ya mismo y que somos los actores principales de este escenario desafiante que nos involucra en la construcción de un nuevo paradigma de sociedad.
Este modelo de «progreso» nos llevó al punto del colapso aunque también permitió desarrollar las herramientas que nos permiten salir de la encrucijada. Informémonos, difundamos, debatamos, exijamos. ¡Es tiempo de actuar!
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