29 Abr Día del animal: protegiendo al más débil
El 29 de abril, Día del Animal, es un día que nunca me pasó inadvertido (creo que algo tiene que ver con que el 30 es mi cumple, pero eso no importa ahora). Aún así tengo que confesarles algo, este festejo no cobró relevancia para mi hasta que conocí a las personas que día a día trabajan para cuidarlos, rescatarlos y dedicarles su vida.
De chica recuerdo cómo me impactaba saber que morían pingüinos empetrolados y cuánto admiraba a quienes los curaban y rehabilitaban. Me acuerdo patente el programa de Briggitte Bardot, la modelo devenida protectora de animales y las crueldades que mostraban en él. También cuando era chica había una publicidad de un desfile de modas en que las mujeres vestían tapados de piel que chorreaban sangre que se me quedó grabado a fuego.
Pronto supe entender que el sufrimiento animal era un tema importante y del cual formaba parte, aunque más no fuera para sentar mi posición en contra y condenar las prácticas con las que pudiera tener contacto.
No me voy a poner a contarles el costado más crítico del maltrato animal que tiene que ver con destruir sus hábitats para conseguir generar más dinero. No importa si esto implica destruir cerros, contaminar ríos, desmontar o avanzar sobre cualquier terreno fértil en pos de hacer monocultivos y depredar.
No, mejor no hablemos de las miles de especies que desaparecen cada día por esos sujetos que por el billete de hoy hipotecan el futuro de todos. No lo hagamos que me indigno y seguro que ustedes también.
En este día tan especial prefiero contarles de los que sí hacen algo. Además de gigantes como Green Peace y Vida Silvestre -actores indispensables y anticuerpos ante la enfermedad que aniquila nuestro planeta- hay personas como vos y como yo que ponen el cuerpo para ayudar a esos animalitos con los que más cotidianamente tenemos contacto: los perros y gatos de la calle.
¿Qué les puedo decir? Son tantos (¡por suerte!) que prefiero mostrarles esta historia pequeña, la de mi amiga Inés Simón Conrado (31), fotógrafa y animal lover. En su casa vive junto con Isis, Lola y Toth, dos perros y gato, todos adoptados y rescatados antes de su vida callejera. Además de su trabajo diario, ella se ocupa de rescatar animalitos de su mala suerte y darles la oportunidad de encontrar una vida mejor.
Inés relata cómo es el proceso desde que se levanta a un perro o gato de la calle hasta que se logra conseguirle un hogar: “Cuando decidís rescatar o socorrer a un animalito sabés q la responsabilidad es mucha. Pero lo importante es actuar, no dejarlo morir, después se ve qué se hace. Siempre alguien te ayuda. Lo primero es llevarlo a una veterinaria y hacerse cargo de todo lo q haya q hacerle. Mientras tanto se publica para tratar de conseguir tránsito para q ese animalito no vuelva a la calle cuando se recupere. Una vez que se consigue tránsito se lo pone en adopción”, cuenta.
Una vez recuperado, “se arman cadenas o campañas donde se pasa un número de cuenta para que quien quiera colaborar para cubrir los gastos pueda hacerlo. Si no se consigue un hogar de tránsito se busca algún refugio o guardería que cobran por día”, señala.
Los que se encargan de ayudar animales saben que lo más doloroso es verlos seguir su camino. Según Inés, “Lo difícil es dejarlo ir cuando llega el momento q aparece la familia q lo va a adoptar, es inevitable no encariñarse aunque uno sepa desde el principio q va a estar sólo por un tiempo. Yo he tenido varios animalitos y otros que he cuidado por unos días y he llorado cada vez q los tuve q ver partir. Siempre me prometo que es la última pero gracias a Dios nunca cumplo mi palabra.”
Quienes aman a los animales saben que siempre habrá más y más trabajo por hacer, que la tarea es incesante. Por ejemplo, Inés cuenta que un año atrás “apareció una perrita cerca de mi trabajo q se puso a parir al lado de las vías. Tuvimos q ayudarla a parir. Tuvo 8 bebés. Estaba muy asustada, seguramente la habrían golpeado en la calle y por eso huía de los seres humanos. Era pleno julio y los bebés no podían quedar a la intemperie así que les armamos una cucha enorme en un container”.
Después de alimentarlos y cuidarlos por 3 semanas su fueron a un lugar de tránsito desde donde fueron consiguiendo hogares. La mamá fue castrada. Inés dice que “hoy está totalmente domesticada, es súper dócil y feliz. Realmente no se puede volver a largar a la calle a un animal que alguna vez rescataste. Si lo vas a rescatar sabes que te tenés que hacer cargo talvez de por vida. Si sabés que no vas a poder, dejalo. Pasá el alerta y tal vez otra persona sí pueda”.
Los protectores de animales viene haciendo una campaña muy fuerte fomentando que en vez de comprar perros de raza, se adopten los que están en asilos. Al preguntarle sobre el tema Inés ahondó en la cuestión: al comprar uno de raza estás fomentando el negocio de la explotación de los animales. En los criaderos los tienen encerrados toda la vida en una jaula solo para procrear entre ellos. Las hembras son sometidas a quedar preñadas en cada celo sin tiempo casi de recuperarse entre cada ciclo. Cuando termina de amamantar a sus bebés se los sacan y vuelve a procrear hasta que el cuerpito se les gasta”.
“Hay muchísimos perros que no son de raza y esperan uan familia para q los adopte. Entonces…porque comprar uno de raza si podes adoptar uno sin casa? Así salvás la vida a otro animalito. Porque al fin y al cabo estamos hablando de eso, de seres vivos, sensibles que lo único q no tienen es voz para expresarse…aunque el que tiene animales sabe que no necesitan hablar para expresarse”, remata Inés.
“La gente no se da cuenta de la importancia de castrar a sus animales“. Según explica: “No es sólo para que no tengan cría sino evitarles miles de problemas para cuando sean adultos (tumores y demás enfermedades). Además, esterilizarlos le cambia muchísimo el carácter, los hace más tranquilos y obedientes porque les bajan las hormonas. Es un error creer q al esterilizarlos somos egoístas. La castración salva vidas. Un perro de la calle no castrado puede llegar a dejar preñadas a toda perra q el quiera y cada perra puede tener como mínimo entre 5 a 8 bebés por embarazo dos o tres veces al año y a su vez esas crías ya a los 7 meses entran en celo y se hace un círculo vicioso en donde la población de perros de la calle es inaudita. Lo peor de todo es el terrible destino de muchos de esos animalitos”.
La verdad, hay mucho más que podría seguir diciendo sobre esta movida de personas que suman su granito de arena cuidando a las criaturas más leales, amorosas y más desprotegidas de todas. Por hoy la dejamos acá, sabiendo que en este momento alguien está alimentando, mimando y dándole una oportunidad de ser feliz a algún perrito o gato que nació en la calle. Por todo lo dicho, cuando veas una cadena para encontrar hogar en Facebook o Twitter no dejes de compartirlo, no sabés a qué ser podés estar ayudando.
Todas las fotos son propiedad de Inés Simón Conrado. Vean su trabajo en su site.