Como Michael Reynolds a la nave tierra, así es Gernot Minke al conjunto de la bioconstrucción. Es su “padre”, quien primero la materializó y quien, durante toda su vida, trabajó para perfeccionarla y difundirla. Hace dos meses visitó Argentina para sumarse a una jornada organizada por el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI). Allí estuvo Alternativa Verde.

Fue un placer escuchar a Minke, este arquitecto e ingeniero alemán nacido en 1937. Su saber hacer ha demostrado que los materiales nobles para construir viviendas de todo tipo es la opción más sana y también económica. Tan accesible a cualquier bolsillo que la industria siempre miró con recelo sus propuestas. Al “mercado” no le interesa dar soluciones tan poco redituables a los bolsillos de pocos, parece ser.

Esto nunca detuvo al padre de la bioconstrucción quien desarrolló más de 50 proyectos de investigación y desarrollo en el campo de construcciones ecológicas, viviendas de bajo costo, construcciones en tierra, fardos de paja, bambú y techos verdes.

“Me gustan las soluciones simples”, dice Minke, “desde 1974 he realizado todo tipo de construcciones con bambú: cúpula geodésica, arcos, estructura y muros. Y la experiencia me lleva también a asegurar que el techo verde es la solución normal para cualquier cobertura”.

Su casa es la prueba de que todo el confort y lo saludable puede traducirse en hogares sustentables. Por ejemplo, no tiene azulejos porque las uniones entre estos generan hongos. En cambio, las paredes de barro absorben la humedad haciendo el aire mucho más limpio. Asimismo, los rayos de alta frecuencia no entran a una casa de barro. “Estos rayos reducen la producción de melatonina lo que hace que duermas mal y tus defensas bajen”. Por eso Minke no usa celular, tampoco. Por supuesto tiene su propio techo verde hecho con 15 cm tierra y vegetación densa que regula la temperatura de una manera ideal todo el año, aún en invierno.

Techos Verdes según Minke

Minke es un convencido d que “el techo verde es la única solución sustentable. Sin mantenimiento dura 100 años”. Sólo hay que tener la precaución de cubrir los bordes para que no pasen los rayos ultravioletas. Su receta es “usar tierra madre del lugar con 1 o dos partes de arena gruesa. Aún mejor, sumar leca o piedra pómez que aísla más y da más aire al suelo”.

Elije plantas silvestres del lugar porque “las gramíneas dan más colchón de aire y se encuentran por poca plata o gratis. El aislamiento lo da el colchón de vegetación denso. Aquí el rocío es el sistema de auto riego”. Además aprovecha la parte central de las yantas como tejas para impermeabilizar las cubiertas verdes. Es de alta durabilidad (un siglo) y se evita liberar toxinas al quemarlas, algo por lo cual en Alemania se cobra para desecharlas.

Los techos verdes creados por Gernot Minke ofrecen 50 metros más de hoja verde por metro cuadrado que los hechos de otras formas. Poseen “5 veces más hoja verde que los parques, absorben polvo y crean microclima”, se enorgullece el alemán. Y se esperanza también porque la revolución de los techos verdes se viene en Bogotá, Toronto o Dinamarca, “todos los edificios públicos tendrán uno”. ¡Qué notición!

Minke ha comparado su “fórmula” con otras y, para él, el resto de las terrazas verdes “al ser para para pisar hay que mantenerle la grama, fertilizar, usar drenaje, todo lo que lo hace más costoso y complicado. Nuestros techos tienen 5% de inclinación así que no necesitan drenaje. Por eso a las empresas que venden sus sistemas no les gusta mi modelo”, bromea.

Cierra su punto sobre techos verdes diciendo que sus ciudades ideales deberían tener 1/3 edificios, 1/3 calles y 1/3 vegetación. Esto no sólo es deseable sino también, posible.

Construir con barro y bambú

El padre de la bioconstrucción considera que “el ladrillo cocido es algo muerto” lo que lo llevó a investigar con método científico diversos elementos naturales que sirven para construir edificios. Según él mismo cuenta “fui cambiando el tema de investigación cada tres años: Compresión, tensión, flexión. Lo que hice fue chequear la resistencia del barro. Descubrí que en compresión no hay problemas pero sí cuando se da la contracción durante el secado”.

Una de las características del barro para construir es que “absorbe mucha más humedad más que los otros materiales cuando hay más de 50% humedad relativa. Por eso usé una máquina para simular lluvias tropicales y encontré que la erosión empezaba a las 3 segundos en el barro común y, con estiércol de vaca, luego 60 minutos”. Una solución que encontró fue “estabilizarlo con cal y calceína (proteína de queso), aceite de melaza (resultado: 23 años intacta) o emulsión asfáltica” cualquiera de ellas impide la erosión.

Entre las técnicas que probó Minke en sus décadas de trabajo se encuentra la del sistema de apisonada para hacer tapiales, usar arena suelta sin cemento y sin cal empacada en textiles. Inclusive su primera cúpula de tierra apisonada, lo llevó a probar muchas técnicas para aprender qué se puede hacer con barro.

Minke comprobó que con sus principios de bioconstrucción, las cúpulas de gran tamaño, con un espesor mínimo, permiten en verano bajar la temperatura interior de 40º a 26º y, en invierno, elevarla de los 4º grados exteriores a un agradable 22º dentro de los recintos. “Propuse este sistema al ministerio para usar en todas las escuelas y kindergarten. El ahorro en energía hace que en 8 años se recuperen todos los costos de construcción”, cuenta. Como decíamos, soluciones tan sanas y accesibles no dejan de toparse con trabas “igual se hace muy difícil con la burocracia”, se lamenta.

Casas anti sísmicas con materiales naturales

Hay que derribar prejuicios: como menciona Gunter Pauli, que sean materiales de la zona y fáciles de obtener no los hace malos o endebles. Tampoco las casas naturales son precarias por salirse de la norma. Así también lo avala Gernot Minke después de una vida de investigación: “el barro no es el problema sino cómo se hace la construcción”.

Él mismo hizo un tutorial en su web con los 10 errores más comunes que no deben cometerse en Bioconstrucción: ventanas horizontales en vez de verticales, falta de refuerzo horizontal o enrejado, dinteles que no penetran suficiente en la mampostería, etc. (lo mejor es trabajar sin dintel, sólo se necesita si tienen un encadenado- dice Gernot-).

En Brasil construyeron 3 casas sociales con yantas usadas y fardos de paja, adobe y abajo fardos de arroz porque su paja es muy fuerte. También se usaron postes de teléfono usados y se hizo techo verde arriba. El costo de construcción es 2/3 que si se hiciera con concreto prefabricado. “Y estos son bioclimáticos”.

Con sus 79 años, Minke sigue siendo el hacedor incansable que demuestra con hechos que la bioconstrucción es la mejor opción. Es difícil instruir sobre cómo hacerlo bien cuando hay muchos saberes que se han ido perdiendo y es aún más difícil luchar contra un poder económico tan grande como el de la construcción estandarizada. Pero nada desanima al arquitecto e ingeniero: “mi sueño era hacer una cúpula de fajos de paja autoportante en Eslovaquia y ya hicimos 8 bóvedas”. Nadie para al padre de la bioconstrucción. Y nosotros, agradecidos.

Con sus 79 años, Minke sigue siendo el hacedor incansable que demuestra con hechos que la bioconstrucción es la mejor opción. Es difícil instruir sobre cómo hacerlo bien cuando hay muchos saberes que se han ido perdiendo y es aún más difícil luchar contra un poder económico tan grande como el de la construcción estandarizada. Pero nada desanima al arquitecto e ingeniero: “mi sueño era hacer una cúpula de fajos de paja autoportante en Eslovaquia y ya hicimos 8 bóvedas”. Nadie para al padre de la bioconstrucción. Y nosotros, agradecidos.