oct 24, 79 días ago

Permacultura: una forma de pensamiento distinta para el cambio de paradigma

El jueves pasado participé en la clase de Permacultura que Amartya organizó en la Facultad de Economía, de la Universidad de Buenos Aires. Fuimos más de 160 personas las que tuvimos el placer de escuchar a Vanesa Viudes y Juan Lagomarsino de Ecopráctica. Esta charla fue apasionante, realmente, y me dediqué más a escucharla que a tomar nota, así que perdón si mis pensamientos están algo desorganizados.

En el blog hemos hablado de la permacultura en otras oportunidades, mostrando el avance de las ecovillas en el mundo y en Argentina y demás construcciones ecológicas. Más el tema es tan vasto que de ninguna manera se agota allí. De hecho, Vanesa y Juan mostraron en esta charla -amena, dinámica y cálida- que la permacultura es una forma de pensamiento bajo la cual son muchas las prácticas que se pueden agrupar.

Los inicios de esta filosofía están ligados, por supuesto, a Bill Molison y David Holmgren y ha continuado con comunidades ecológicas como Crystal Waters y con proyectos tan revolucionarios como the Green School en Bali. Pero la permacultura no es sólo una manera de construcción natural.

Como bien lo define Amartya, también implica “el cuidado de la tierra viva que está bajo nuestros pies. De los bosques, el suelo, el agua y la biodiversidad. Es el cuidado de la gente. Es la iniciativa de individuos, familias y grupos que cuidan el medio ambiente en un habitad solidario y de convivencia creativa”.

Graham Brunett

Todo en un tono festivo que celebra la abundancia en la naturaleza y acepta sus limitaciones. “La permacultura diseña paisajes sustentables prósperos, que nos dan alimento y energía. Basados en la frugalidad, creamos abundancia en armonía con la naturaleza”.

La puesta en juego de los elementos de la tierra de una manera que se los aproveche al máximo es también una forma permacultural. Se valen del sol, el viento y el agua con paneles solares pasivos, hélices pequeñas para generar energía eólica y usando sistemas de agua en altura para encauzar este vital elemento y capturar lo más posible la energía que libera a su paso.

Es decir, habitar permaculturalmente es volver a los ciclos de la vida en que todo es una rueda y nada se pierda, todo se transforma. Es abandonar este sistema lineal que se inauguró apenas dos siglos atrás y que viene usando las reservas del planeta que tardaron miles y miles de años en formarse y que parece querer seguirlo haciendo hasta agotarlas por completo, sin importarle las generaciones futuras ni la calidad de vida de lal actual.

Mucho importa entender que somos mínimos partícipes en este escenario que es el universo. Me gustó mucho el ejemplo que dio Juan para entender la dimensión humana y nuestro alcance real: imaginen un globo inflado, ahora tomen una pintura en aerosol y rocien el globo. Esa fina capa que se forma es la franja de tierra que habitamos. Sólo eso. Además, existimos gracias a la energía del sol que hace habitable el planeta y nos da vida como organismos.

Somos tan pequeños y, sin embargo, nuestra influencia sobre el planeta puede ser tan negativa. La buena noticia es que no tiene por qué ser así. Basta con repensar nuestro sistema de vida y entender que el respeto y el amor tienen que ser la base de un nuevo paradigma.

Los principios que rigen a la permacultura también tienen que ver con la distribución justa. Es decir, que más vivamos frugalmente para que el resto pueda, simplemente, vivir. El cooperativismo y las monedas alternativas así como el trueque caen bajo el paragüas permacultural, pues es todo un sistema sustentable de vida.

No tenemos que vivir en ecovillas para ser permacultores. Podemos vivir en ciudades y empezar por cambiar nuestro consumo y elegir comprar local y a pequeños productores que sepamos trabajan orgánicamente. Podemos apostar por sembrar nuestros alimentos así tengamos terraza o balcón. O usar baldíos como huertas. Podemos ser responsables de nuestros desechos, reciclar y hacer compost. Podemos cuidar los recursos. Guardar semillas y armar bancos propios con ellas. ¡Hay tanto por hacer! Y por si lo estás pensando, no, no hay que ser hippies y aislarse de la sociedad para lograrlo.

Unos últimos consejos que me traje de la charla: que las Tres R sean más: retroalimentación -vida en comunidad, formar nuevos lazos, círculos de vida-, relocalización -que todo vuelva a ser más local y menos global para disminuir la huella de carbono que se genera con esta economía-; y reparación, que debe ser la primera de todas las R porque arreglar algo a tiempo hace que el resto de las R se demoren en llegar ;)

Un último dato por si después de leer esto sentís necesidad de huir a formar tu propio proyecto permacultural: para que viva una familia de 4 personas se estima que se necesita un terreno de 2000 m2 que gestionen la tierra como un latifundio.

Como bien decía Vanesa, el panorama que nos pintan es alarmante pero no hay que caer en el pesimismo. Aún estamos en un momento único donde todo es posible porque podemos empezar un cambio que, seguramente no veremos pero, es la mejor (y única) alternativa sustentable. Las generaciones futuras no tendrán un tiempo tan auspicioso como el que nosotros tenemos ahora. Por eso el optimismo no es ingenuo y generar miedo no es el camino.

Todas las fotos son propiedad de Amartya

oct 9, 94 días ago

Huertas: consejos para principiantes, por Marisa Charny

Cuando estuve en el City Camp les prometí que íbamos a hacer algo en conjunto con Marisa Charny, que además de profesora de yoga, es una huertera “respetuosa de la naturaleza , amante de la vida y sus misterios”. Ella pasa mucho tiempo con sus macetas (de botellas y neumáticos reciclados, de madera, de bañaderas viejas) llenas de brotes y frutos y tiene mucho para contarnos de lo que ha aprendido en medio de semillas, tierra, compost y luz.

Todo la dedicación y pasión que pone en su huerta se nota en el sentimiento que pone al contar sobre las criaturas que habitan su terraza, en el barrio de Caballito. Allí mismo, en el centro de Buenos Aires, donde uno imagina sólo hormigón y edificios cortando el horizonte, Marisa ha creado un ambiente verde, donde proliferan -gracias a su cuidado y cariño- acelgas, rabanitos, lechugas, remolachas, tomates y toda clase de vegetales deliciosos y saludables.

Hace apenas un poco más de un año, Marisa cultivó los primeros ajos y desde entonces no paró de aprender, experimentar y dedicarse a esta tarea diaria de tener una huerta. “Me gusta mostrar todo lo que este año creció en mi terraza porque ayuda a desmitificar el “imposible” de tener hortalizas en el centro geógrafico de la ciudad”.

Desde su cuenta de Facebook va mostrando cada una de sus cosechas y se llena de orgullo al postear las fotos de las habas gigantes, los brócolis, las lechugas, las acelgas, los tomates. Entiendo a Marisa en la satisfacción única que se siente al ver cómo de una semilla despunta un fruto, gracias a tus cuidados e insisto en recomendárselo a todos.

Como nos cuenta, “lo cierto es que junto con toda la alegría , están también los desaciertos, frustraciones y desilusiones. Tal vez estos sean los grandes maestros. Igualito que en la vida”.

Por ejemplo, cuando empezó con la huerta, “con todo el entusiasmo inicial, me atropellé un poco con las fechas. Tuve en mis manos la bolsita de semillas del Inta, que es, para quien comienza a sembrar, el mejor regalo que hay sobre el planeta. Sembré todo junto, buscando en internet cómo hacerlo. Y sepamos que internet es un gran aliado, pero si te tomás el tiempo de buscar hay información muy diferente, hasta contradictoria en algunos casos”.

Por la inexperiencia lógica, al principio algunos rabanitos mutaron en plantas enormes, algunos repollos jamás se formaron y otras acelgas locas florecieron si parar, antes de crecer. Esto es también parte de lo que la tierra nos enseña en la práctica.

Marisa también vivió una experiencia “dramática” con las zanahorias, según la define. El aprendizaje tras esto fue que “Hay que ralear. Te guste o no te guste, las zanahorias no crecen si están demasiado cerca uno de la otra. Todas las que sembré sacaron enormes ramilletes verdes, pero hacia abajo crecieron sólo las que tenían mucho espacio”.

Otro dato que puede parecer lógico pero que a veces se puede pasar por alto es que, en el caso de las plantas que necesitan mucha profundidad de suelo, “si las pones en la maceta inadecuada, quedan bonsai” y se terminarán pareciendo a un repollo que Marisa cultivó y que, más bien, parecía de plástico.

Como huertera principiante, aprendió que la información que viene en las bolsitas de las semillas, los apuntes o experiencias ajenas son solo una guía. Hasta que no cultivás y probás por vos mismo, no sabés cómo pueden resultar las cosas.

Por ejemplo, los rabanitos dicen que son muy fáciles de cultivar, pero a Marisa le tardaron 3 veces más tiempo de lo que esperaba. Cuenta que “a los míos les creció un tallo rojo en vez de la bolita que estaba esperando. Entonces, me decidí a agregarle mucha más tierra y tapar ese tallo ancho y rojo, y recién entonces creció como debía y recién meses más tarde lo pude comer!”

En cuanto a los “bichos”, nos cuenta “recién pude hacerme “amiga” de ellos cuando tuve suficientes hortalizas y no me importó que picotearan algunas. Lo cierto es que al comenzar a crecer las primeras acelgas, en un par de noches desaparecieron las hojas. El odio que sentí, después de tanta dedicación y cuidado, me llevó a investigar en diferentes opciones: el rociado de ajos machacados en agua y alcohol… que como no dio resultados inmediatos, le agregué polvo de locoto, para que fuera , además, picantisimo. Por último rodeé las plantitas con ceniza. No se si fue eso lo que finalmente alejó a mis enemigos, o fue la suerte de haber visto un gusano en las hojas del limonero vecino y haberlo sacado”.

Para mi, un aprendizaje vital que nos remarcó Marisa es que “en la huerta no existen los apuros, hay que observar, intervenir y esperar,por sobre todo esto último“. Tener una huerta no deja de ser, según nos apunta, “como una práctica espiritual: levantarte y hacer la tarea. Sin esperar resultados. Regar, agregar compost, acomodar, desechar, limpiar, trasplantar, guiar, proteger del viento, de la lluvia, del sol… meses y meses, sin saber cuando, finalmente, aparecerá el glorioso fruto, o estará el delicioso bulbo formado“.

“Fechas, espacio, sol, agua, todas variables que parecen cambiar con las estaciones, el clima concreto, el ánimo de quien cultiva, la luna, el sol, y las plantas que las rodean. Son muchas verdades que se van manifestando a su tiempo. Y asi debe ser. Lo maravilloso de esta experiencia es entrar en el ritmo de la naturaleza. Es bastante poco lo que podés controlar . Se trata de un juego donde los caprichos y la soberbia humana no tienen cabida. En cambio, desarrollás la capacidad de empezar a conocer, acompañar, y ser parte del mágico ciclo de la vida”, concluye Marisa, contenta de poder transmitir todo lo que le enseñó la noble práctica de dejar que una semilla explote en vida y segura de que lo aprendido es apenas una pequeña porción de todo lo que tener huerta le seguirá mostrando.

Algo tan sencillo y tan al alcance de todos nosotros como las plantas tienen tanto para mostrarnos y tanto por decir, y lo único que requieren de nosotros es un poco de atención, para escuchar su sabiduría. No toma demasiado tiempo y hace tanto bien al alma. Quien crea que tener plantas y huerta es una tarea espiritual que pone alegría a nuestros días, que tire la primera semilla. ;)

No olviden que además de aprendiz de huerta (y vaya que aprende rápido) Marisa también es profesora de yoga. Si están por su zona y quieren contactarla para tomar clases con ella, pueden escribir a [email protected]

sep 6, 127 días ago

Consejos para empezar una huerta: semillas, almácigos y transplantes

Se viene la primavera en el Hemisferio Sur y los que amamos el verde, vamos buscando espacios y pensando qué plantaremos en los patios, jardines, balcones o donde se pueda. Si sos como yo, estarás contento por adelantado de pensar en toda la vida que podremos hacer brotar ahora que las condiciones meteorológicas son óptimas y el momento, el ideal.

Beatrice Murch

Arrancamos, entonces, con algunas nociones básicas para organizar tus tareas de huerta.

1. Semillas

Los especialistas dicen que lo primero es no olvidar que las semillas son seres vivos y, por consiguiente, necesitan oxígeno.

malakinis

Hay que guardarlas en un lugar fresco, ventilado y oscuro. La idea, básicamente es que la semilla no tome humedad ni luz, para que no germine en condiciones que no son las óptimas. Si se as conserva adecuadamente pueden durar varios años.

2. Almácigos

¿Cómo hacerlos? Muy fácil. Primero, sabé que vale usar macetas grandes, cajas, cajones, bolsas y hasta “canutos” de papel higiénico. Segundo, poner en ellos sustrato (tierra abonada) que permita la germinación y desarrollo de los primeros estadios. El sustrato se puede comprar en cualquier negocio del rubro y hasta en supermercados. Por lo general, vienen con algún tipo de fertilizante incorporado (es orgánico, ya que son del tipo compost).

Sembrar la semilla y darle humedad. Luego, mucho amor y paciencia hasta que pueda pasarse a su lugar definitvo. Importante: se debe transplantar recién cuando la planta tenga por lo menos 3 hojas verdaderas.

3. Preparar el terreno definitivo y cultivar

En el lugar donde efectivamente se va a preparar la huerta, primero hay que preparar la tierra. Así que lo que se debe hacer es moverla, dándola vuelta con una pala o cultivador. Esto dará aire al suelo, facilitando la descomposición de toda la materia orgánica que pueda haber, con la consiguiente acumulación de fósforo en el suelo (y de manera natural). Luego hay que darle la profundidad deseada.

Este es el momento de agregarle fertilizante, si se lo desea. Después, regar y dejar descansar el suelo por unos días (de 7 a 10 si es posible), de esa manera va recuperando la estructura y las bacterias tienen tiempo suficiente para trabajar en la desconposición de la materia orgánica que se pueda haber incorporado.

Paco Olvera Montered

Luego, y previo a la siembra, mover nuevamente, pero de manera superficial y sembrar o transplantar según sea el caso. Es vital regar, manteniendo una humedad adecuada, no excesiva, y cuidar de la aparición de malezas y/o enfermedades.

woodlywonderworks

Steven de polo

4. Plagas

El agua jabonosa es una muy buena herramienta para “ahuyentar” plagas.

¡Listo! En posts sucesivos te iremos contando más detalles. Por el resto, no se requiere de grandes herramientas, con mucho amor al sembrarlas y muchas ganas de ensuciarse las manos con tierra basta para tener plantas hermosas.