“El surf no tiene otra historia como está”, dice el director Chris Malloy, Ramón “se podría haber ido a vivir a Hawaii o California sin nunca mirar atrás, pero ha usado su fama para levantar la voz por la protección de la costa chilena.
Déjenme contarles de una historia de amor. Distinta. Entre un lugar en el mundo y un hombre. Acontece en Chile, a 6 km al sur de Pichilemu y comienza cuando Ramón Navarro llega al mundo, en octubre del 79.
Hijo de familia de pescadores tradicionales, gente humilde que sabe ponerle el pecho al frío, el calor y la lluvia y trabajar siendo uno con el entorno, Ramón crece en una relación estrecha con el mar. El mismo que talló los paisajes que mama a la par que da sus primeros pasos. Los paisajes de Punta Lobos.
Playas de arena fina y gris, acantilados magníficos de hasta 50 metros y roqueríos que los lobos marinos eligen siempre y cada vez como sus preferidos. Sus aguas dejan refrescarte, nadar, pescar desde la orilla pero, más que nada, hacer surf y kiteboarding (si es en invierno, tanto mejor).
Son estas tierras donde Ramón crece y se topa con una tabla de surf abandonada a los 13 años. Son estas olas, las de su Punta Lobos (las que varían entre los 2 y 3 metros de altura pero pueden alcanzar 8 y 10 también) las primeras que remonta. Dicen que fue probar este mar para que Ramón desee conocer otros. Y así lo hizo.
Como la aguja de una brújula apuntando su norte, su convicción y pasión por las olas grandes lo guiaron fronteras afuera. Aunque casi sin recursos y con todas las probalilidades en contra, el camino de quien se convertiría en una estrella del surf mundial comenzó a dibujarse cuando comenzó a andar.
Pero su lazo con Punta Lobos siempre lo hizo volver a su primer amor. Esta semana, Patagonia estrenó el documental “El hijo del pescador”, que cuenta esta relación intensa entre el surfer y su costa chilena y de cómo generó una cruzada por preservar su naturaleza frente a la amenaza del crecimiento desmedido de la zona. Actualmente el territorio es de propiedad privada y existen proyectos de construcción de condominios que amenazan la preservación de la enorme riqueza natural e histórica.
Punta de Lobos es un destino frecuentado por los surfistas de olas grandes del mundo y punto de parada migratoria de la ballena gris. Es un rico ecosistema marino y costero que incluye pescado abundante, crustáceos y especies de cactus y aves endémicas. Por esto, y por mucho más, la comunidad local es parte más que activa en esta historia y, junto con Ramón y la fundación Save The Waves, están en la pelea de lograr que la declaren reserva natural protegida.
Vos también podés colaborar sumándote a la campaña #LobosporSiempre y aportando fondos para la creación de una fundación destinada a la conservación de las costas, los recursos marítimos y los derechos de los pescadores del lugar. Busca a largo plazo generar un espacio abierto permanente para la educación y el deporte.
Te comparto la película “El hijo del pescador”, realizada por Chris Malloy y producida por Patagonia. Es apenas más de media hora de documental inspirador que tenés que ver para entender aún más del lugar magnífico que tenemos que ayudar a preservar. Además, muestra una vez más cómo una sola persona que cree en algo y trabaja por ello puede lograr un cambio enorme y duradero en su entorno:
Sobre la campaña: www.lobosporsiempre.org
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