¿Los agroquímicos son inocuos? ¿Sus consecuencias en la salud son sólo efecto de malas prácticas? ¿Es beneficioso el monocultivo? ¿Qué pasa en las provincias agroproductoras de nuestro país con el uso de la siembra directa y la implementación de combos químicos para obtener el mayor ríndex posible? Éste es gran tema que nos debía hace mucho pero que no quería abordar livianamente.
Por eso decidí hacerlo compartiendo pasajes del libro Envenenados, una bomba química nos extermina en silencio, una investigación del periodista Patricio Eleisegui que se editó este año por la Editorial WuWei. En el libro se relevan casos de las consecuencias del mal uso o uso excesivo de agroquímicos en diferentes puntos de las provincias agrícolas. Humanos y ecosistemas puestos en peligro (y hasta llevados a la muerte) para producir cultivos que se exportan produciendo ingresos grotescos para unos pocos y diezmando la salud de pobladores y la sustentabilidad de nuestras tierras.
Extracto del capítulo “El Caso Ituzaingó”:
“Esto empieza a fines de 2001, cuando muere mi hija recién nacida por una malformación en el riñón. Para esa fecha ya tenía en la misma cuadra hasta 6 mamás que habíamos perdido algún hijo. Como uno no se resigna a la pérdida de un hijo, empecé a preguntar casa por casa porque pensé que ahí había algo que nos estaba enfermando”, detalló (Sofía) Gatica” -NdelaR: ella vivió en un barrio cordobés que, tras su investigación, logró que la Justicia dicte la primera sentencia firme sobre restricciones a las fumigaciones cerca de las zonas residenciales-.
“La recolección de testimonios efectuada por la vecina de Ituzaingó expondrá la existencia de más de 300 casos de cáncer distribuidos entre sus 5.000 habitantes”.
“El endosulfan es uno de los tantos químicos que tiraban en los campos de soja que están pegados al barrio. El Gobierno Provincial, entonces, decide cortarnos el agua porque está contaminada con agroquímicos”.
Extracto de “La teta peligrosa”:
El nuevo monitoreo de INTI-Lácteos se realizó sobre una base de 105 madres del conurbano bonaerense en período de lactancia, 50 de ellas domiciliadas en Vicente López y las restantes 55 pertenecientes al municipio de Morón. Las instituciones sanitarias que tomaron parte del relevamiento fueron el Hospital Materno Infantil Santa Rosa (Florida, Vicente López) y el Hospital Posadas (El Palomar).
“A lo largo del estudio se analizaron 25 pesticidas en las 105 muestras de leche materna obtenidas y, los resultados fueron contundentes: 16 madres evidenciaron residuos de ppDDE y endosulfan, mientras que 14 exhibieron concentraciones sólo de ppDDE y 4 únicamente de endosulfan”.
El ppDDE es una degradación biológica del DDT, por lo tanto sus rastros revelan la exposición de las mujeres al producto”, precisa el trabajo.
(…) En las salas de Vicente López y Haedo es donde se observó una tasa de prevalencia del orden del 15 por ciento. Para establecer este dato se compararon las muestras con los valores establecidos en el Código Alimentario Argentino para la leche fluida y hallamos una concentración de un 15% de plaguicida de la recomendada”, declaró la científica (Patricia Gatti).
En paralelo, Gatti sostuvo que, respecto de los efectos de los plaguicidas en la evolución de los lactantes, “no podemos establecer si puede ocasionar algún daño a largo plazo y depende del nivel de la ingesta pero lo que es seguro es que no es recomendable. La bibliografía médica reporta los daños a la salud que ocasiona su ingesta. También que la presencia de estos compuestos ejerce un efecto negativo sobre las características nutricionales de la leche”.
Extracto de “La abeja que dejó de ser reina”
“Fernando Esteban es perito apicultor, técnico superior en Bromatología y, desde hace veintitrés años, director de la principal publicación especializada en el mundo de las abejas: Espacio Apícola.
(…) Esteban destacó la disminución de la actividad apícola de 2005 a esta parte por efecto de variables como la expansión de la frontera agropecuaria, la reducción de masas forestales y espacios verdes, y la aplicación de pesticidas que, aunque esparcidos para combatir otros insectos, eliminan a la abeja.
Pregunta: Si bien ya aportó algunas precisiones, ¿podría ahondar en los factores que hoy complican a la apicultura?
FE: Hay varios factores. En primer lugar, el modo en que se implementa el sistema de siembra directa con barbecho químico implica la destrucción masiva y sistemática del ecosistema original para la implantación de lo que se ha dado en llamar un “agrosistema”. Esto último es una falacia absoluta pues un sistema involucra un tejido de diferentes actores, y lo que aquí se ha impuesto es un mero monocultivo cuya tecnología de implantación destruye cualquier otra actividad de fotosínteis durante el invierno. En un ámbito en el que la tierra permanece desnuda al sol durante más de 8 meses, sin vegetación alguna, la abeja no puede vivir. Esto lo provocan herbicidas totales como el glifosato o el 2,4D”.
PE: Ahora que lo menciona al glifosato, al 2,4D ¿qué efecto tienen estos y otros productos similares sobre las abejas?
FE: La mayoría de los llamados fitosanitarios son altamente tóxicos para las abejas en sus distintas formas de aplicación. Cuando se fumiga con insecticidas mediante un avión o un vehículo terrestre como el mosquito, la abeja es atacada en forma directa con la aplicación. (…)
Pero no todo queda en la acción directa. Si lo único que sucediese fuese la mortandad de las abejas al momento de la fumigación en el campo, eso provocaría un daño permanente pero no catastrófico. Lo grave de muchas fumigaciones es que, además de su efecto inmediato y su efecto residual, está el tiempo que el producto demora en matar al insecto.
Esto último depende del producto y de la dosis que alcanzó la abeja. El punto es que, como la abeja es un insecto social y vive en una colonia con hasta 80.000 individuos, cuando llega contaminada a la colmena muere ahí mismo y contamina a los demás individuos, tanto adultos como crías. Eso provoca el colapso de la colmena.
Así como se lleva un canario al fondo de una mina y su muerte delata el bajo nivel de oxígeno en ese sitio, la imposibilidad de la abeja de sobrevivir en un hábitat es el anuncio de la situación crítica en la que se encuentra ese ecosistema y, por supuesto, el hombre que lo habita”.
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Todas las citas previas pertenecen al libro “Envenenados, una bomba química nos extermina en silencio”, de Patricio Eleisegui, Editorial WuWei, Buenos Aires, 2014.
Fuentes fotografías: foto abeja, foto principal El Puercoespín, foto Sofía Gatica de Perfil.com