3 lugares del mundo, 3 formas de volver a una alimentación más sana para las personas y más sustentable para el planeta. Porque cuando hablamos de una vida más eco también hablamos de redefinir qué es lo que nos hace bien desde algo tan básico como lo que comemos a diario y, en virtud de eso, también poner en marcha el poder como consumidores responsables para jugar a favor de un modelo de empresa determinado que cuide al planeta, como nuestra salud, claro (finalmente, ¡todos somos uno!).
No les voy a mentir: creo que esta parte, la de intentar cambiar nuestros hábitos de consumo, es la más difícil de todas. Y los hábitos alimenticios que implican comprar en un lugar y no otro, aún más. Por eso, estas tres acciones son tan importantes y estaría buenísimo que inspiraran a otros para multiplicarse y así lograr que el cambio fuera más accesible .
1) Comida rápida deja de ser sinónimo de mala para la salud
La primera propuesta logra trocar el concepto de “comida rápida” y “snakcs” de algo malo para la salud en algo sano y rico. “Farmer´s Fridge” es una máquina expendedora de menúes nutritivos hechos de manera orgánica. Se lo encuentra en el Garvey Food Court de Chicago donde todos los días los habitúes pueden elegir desayunar o almorzar sano y rápido, sólo poniendo el dinero en la ranura y obteniendo una dieta 100% natural.
¿Qué ofrece “La heladera del granjero”? Para la mañana, parfait de yogur griego, rebanadas de manzana con miel y mantequilla de almendras. Para el mediodía, ensaladas recién hechas y complementos opcionales como cubos de pollo al limón y salmón escalfado. La clave está en que la materia prima proviene de granjas locales y orgánicas y hasta la estructura del kiosko está hecha de madera de granero recuperada y acompañado por contenedores de reciclaje para los envases de plástico vacíos. Por supuesto, los envases son de plástico reciclables.
2) Comer sano desde pequeños
Una muy buena iniciativa es la que, a partir de marzo, comenzará a regir en Uruguay: ¡la alimentación sana llegará a los kioskos de las escuelas! Ahora, cuando los chicos vayan a comprar sus snacks durante el recreo, tendrán una oferta que no les permitirá el “error nutricional”: jugos100% de fruta, bizcochuelos hechos con aceite (sin manteca ni margarina), postres elaborados con leche (pero con un máximo de 12,2 gramos de azúcar cada 100 mililitros), frutas y cereales.
Las autoridades señalan que lo que se busca “no es prohibir sino regular la ingesta de ciertos alimentos, sin perjudicar económicamente al sector que los produce”. Entre las medidas que también ayudarán a que, desde pequeños, la alimentación sea más natural -y no por eso menos divertida- está la de hacer desaparecer los saleros de los comedores de los centros educativos y se fomentará que los alumnos no agreguen condimentos a platos que ya estén elaborados.
3) Pequeños productores = producción más sustentable
2014 es el año de la Agricultura Familiar, es decir, el año en que se intenta volver a poner sobre el tapete a los pequeños y medianos productores, buscando impulsar políticas a favor de esta forma de desarrollo sostenible. Esto significa, una vez más, desandar el camino y volver un poco a las raíces de la agricultura: rescatar del olvido a esta pieza fundamental de la economía de la sociedad.
Sólo por mencionar una de sus ventajas, y como bien cuentan los productores de tomates de La Plata, “a lo largo de la historia hemos utilizado unas 7000 plantas para suplir las necesidades básicas. Hoy en día no más de 150 especies son cultivadas comercialmente, de las cuales 30 constituyen el 90% del aporte calórico a la dieta humana y sólo cuatro (arroz, trigo, maíz, patata) representan más de la mitad de esa contribución calórica. Además de ser una fuente de biodiversidad, la agricultura familiar puede garantizar su preservación mediante el empleo de variedades de semillas y razas ganaderas autóctonas bien adaptadas a los diversos entornos”.
Como cuentan los productores en su página: “el tomate moderno de invernadero es una opción más difícil de sustentar: hay que gastar mucho en plantas, químicos y curadores para el suelo. En cambio, la variedad Platense es más barata y rica; la semilla la sacás de lo mejor del tomate anterior. La planta es fácil de abonar y no requiere más de un tratamiento”.
Así como el tomate en La Plata, existen cientos de cultivos que se adaptan mejor a unos sitios que a otros, optimizando los recursos, no degradando suelos y empezando a prescindir de los químicos lo más posible. Lo bueno sería fomentar las especies típicas de la zona en detrimento de las que se privilegian sólo por “generar más dinero”, apoyar desde el Estado con créditos y, desde los consumidores, con la compra; a esas economías familiares que cuidan más sus tierras y logran productos más naturales más cerca de uno, evitando inclusive el gasto de energía en el transporte.
Fuentes: Mendoza Online y Buen diario
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