oct 23, 2 años ago

Montañismo en Salta: relato de la primera expedición femenina al Nevado de Cachi

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Tengo que decirlo: este post es un lujo que me doy. No me cabe en la cara la sonrisa por poder traerles, narrado en primera persona, el relato de Gri Moreno, una amiga de la casa que ha formado parte de la primera expedición enteramente femenina en hacer cumbre en uno de los picos más mentados de las tierras calchaquíes.

Gri, viajera y alma intrépida, además es fotógrafa de aventuras y periodista y nos trae de primera mano sus impresiones y fotografías de este lugar natural tan sublime y majestuoso como es el nevado de Cachi, uno de los sistemas montañosos más importantes de la Provincia de Salta.

Ella junto a Mariela y Mercedes, han hecho historia en una disciplina que -como tantas otras- es patrimonio casi exclusivo del género masculino. Me emociona que hayan sentado un precedente que anima a más montañistas, y mujeres en general, a no sentirse relegadas en ninguna disciplina de la vida. Me emociona más poder mostrarles un sitio que el mundo aún conservar “al natural” y al que pocos tienen la posibilidad de acceder . Todo compone una historia que, estoy segura, van a disfrutar tanto como yo al leerla. Sin más rodeos, que el relato comience.

…………

5.650msnm, cuarto campamento, una madrugada bajo cero y el viento que sacude la carpa doblegando sus parantes en nuestras bolsas de dormir. El sonido del calentador para un té, capas y capas de ropa encima y todas las ansias por empezar la trepada. La nieve que brilla vertical, los crampones que se clavan en ella, el viento como una pared deteniendo cada paso y el aire gélido que se incrusta en la cara. Más de 6.000msnm, la alegría y homenaje a las mujeres montañistas argentinas y toda la belleza de encontrarnos rodeadas por los grandes picos del Norte Argentino.

…………..

Tenía guardado un deseo desde hacía tiempo en mi corazón: que un grupo de mujeres salteñas ascendieran a una montaña de más de 6.000 metros en forma totalmente autónoma. Ese deseo cobro finalmente cuerpo y realidad. La primera expedición femenina al Nevado de Cachi empezó el miércoles 10 y culminó el martes 16 de octubre del 2012 con la felicidad de haber llegado a la cumbre Hoygaard. El Nevado de Cachi fue el elegido por ser una montaña emblemática del norte argentino y el vigía esencial de nuestros Valles Calchaquíes.

Las mujeres que conformamos esta expedición (todas con variados y distintos ascensos a montañas) correspondíamos a tres generaciones diferentes con la ilusión de motivar a nuestro género a iniciativas semejantes sin importar el momento de la vida que estuviéramos transitando. Mariela de Valle Flores en sus 20, intentando entender y aprender sobre la alta montaña, Mercedes López en sus 40, madre de dos hijos, queriendo cumplir sueños postergados y quien relata en sus 30, liderando la expedición, aspirando transmitir pasiones y concreción de objetivos. Sumado a las personalidades y caracteres de cada una, la expedición resultó una mezcla de experiencia, resistencia y juventud.

La ruta elegida fue la Sureste o La Pailas, conocida como la ruta deportiva. Cargamos todo el equipamiento necesario (ropa de abrigo, comida, elementos de cocina, carpa, grampones, piquetas, etc.) en mochilas de unos 16 a 18 kilogramos aproximadamente cada una. El ascenso demandó cuatro campamentos que localizamos a los 4.175mts, 4.775mts, 5.256mts, y 5.650mts respectivamente y un campamento en nuestro descenso. Todo el camino fue de una gran belleza escénica, donde caminamos a la vera de ríos, bebimos agua de las vegas con hierbas aromáticas de la puna, nos cruzamos con vizcachas andinas, atravesamos cascadas de hielo y asistimos a la maravilla de un circo glaciar que nos dejó extasiadas y llenas de emoción cuando localizamos el último campamento antes de caminar hacia la ilusión cumbrera. “Siento que de repente mi sueño se abrió, está aquí, frente a mi” me dijo Mercedes con los ojos llenos de lágrimas en el momento en que salimos de la vertiginosa canaleta que develaría la impactante base nívea del glaciar del Khun.

Esta expedición (como otras que se han llevado adelante por mujeres en otros países) posiblemente dé cuenta de esa cierta fortuna que tenemos de haber nacido en esta época, donde muchos prejuicios y diferencias arcanas quedaron atrás. Y que a pesar de ciertas incongruencias del segundo milenio, la libertad de expresión y de acción que hoy tenemos supera ampliamente a aquella del 1900. Pensaba mientras ascendíamos los escarpados relieves de esta emblemática montaña, cómo habrían sido los días de ascenso de la tucumana Mariela Valle en aquel Octubre de 1981 al convertirse en la primera mujer en ascender este Nevado. Habrían de pasar 31 años, para que la primera expedición femenina tuviera lugar. Las imágenes de Liliana Garrido y Valeria LLama también se presentaron en mi caminar: las primeras mujeres salteñas en dejar sus huellas y llegar a lo más alto del coloso Aconcagua. Y así, a cada paso diferentes mujeres de distintas nacionalidades que marcaron y marcan caminos atravesaron mis pensamientos, aquellas que conquistaron montañas de más de 8.000 metros y esas otras que se animaron a grandes travesías o a las carreras de aventura.

Giraba en mi posición para ver a mis compañeras Mercedes y Mariela (ambas del Club Amigos de la Montaña) que venían pocos metros atrás y el corazón me latía con solo verlas caminar enfrentando a la montaña. Conmigo llevaba la bandera del Museo de los Seis miles, un Museo ubicado en la ciudad de Fiambalá, Catamarca dirigido por dos avezadas y admirables montañistas catamarqueñas: María Acevedo y Lis Sable. Me impulsaba el deseo de flamear esa bandera en lo alto de la montaña en reconocimiento a la intensa labor que llevan adelante para difundir las montañas y volcanes de más de seis mil metros de la zona.

No negaremos que existieron mujeres intrépidas que desafiaron las ataduras del ambiente privado y se encaramaron en aventuras que ni ellas imaginaban en tiempos que sus acciones, pensamientos y sentimientos no eran aceptados socialmente. Pero nunca hemos sido un fenómeno masivo. La mujer lanzada por el mundo, que decidía partir del halo familiar, que ambicionaba cosas fabulescas (como meterse en las montañas) era algo anómalo. Ser mujer en las montañas es cada vez más aceptado, merito de las acciones propias de las mujeres y no porque fuera una acción natural, el ámbito históricamente fue masculino. Estoy segura que muchas de nosotras nos hemos encontrado siendo parte de expediciones completamente conformadas por hombres, pero han sido esas participaciones que sumadas año a año en diferentes puntos del mundo, lo que ha desencadenado que hoy las mujeres caminen las montañas, decidan, lideren y quizás lo más importante “compartan” al nivel de los hombres.

De las montañas he aprendido cuán ancha se observa la vida cuando descendemos de las alturas, donde parecemos desaparecer. Ellas me han enseñado el valor de la existencia. Me han mostrado que no solo son moles de roca y nieve, que la historia de nuestra raza palpita en ellas, que reviven con cada gesta del ser humano y las huellas fraternas que en sus faldas quedan.

Posiblemente hoy contemplamos estas cimas con otra mirada de cómo lo hicieron las romerías incas. Pero por cierto convocan extrañas sensaciones que trascienden la ascensión en sí misma e inyectan en los sentimientos el embrujo de una necesidad. Acaso la de regresar, la de volver una y otra vez para respirar el aire enrarecido y puro de las alturas, la de caminar contiguo al silencio, la de abrazar desesperada la soledad y lograr la inspiración en las inmaculadas tintas níveas o en esa impresionante sensación de infinitud. Si, la de honrar a la montaña en cada paso, la de saber que allí arriba un hilo invisible de atemporalidad comunica mundos distantes y elimina todo tipo de fronteras.

El tiempo deja de ser importante en ellas. Sólo valen las interminables noches calladas y el manto estelar a centímetros de las narices. No importa si se ha llegado antes a la cima o un par de horas después. Tampoco importa si la cumbre no toca ese día. Vale regresar con momentos inolvidables y todas las capacidades para intentarlo otra vez. Vale admirar, respetar, estimar lo que tenemos y volver con las pieles encendidas reflexionando sobre el poder de estos seres gigantes de la tierra. Y también en la energía que absorbemos cuando hemos pasado un tiempo allí.

Quisimos homenajear a las mujeres montañistas argentinas y en especial a las salteñas, que con gran potencial vienen caminando las montañas de nuestro norte. Hay una lista interesante de mujeres capaces de generar buenas iniciativas, como la de Julieta Balza y María Laura Figueroa que semanas atrás concretaron la travesía de la Cumbres Blanca (5.600mts) y Navaja (5.580mts) perteneciente al cordón montañoso del Nevado de Acay. También recientemente se inauguró la Escuela de Montaña de San Antonio de los Cobres dirigida por Jaime Soriano, donde una gran cantidad de niñas entusiasman día a día la palestra y se animan desde cortas edades a la alta montaña.

El regreso a casa me llevó a pensar en las palabras de José Fadel cuando en su libro Mi Amiga la Montaña escribió: “Montañista no es solo aquel que va a las montañas en busca de las cumbres de la tierra y del espíritu, sino también, aquel que lleva en las mochilas el fuego encendido de la amistad y las banderas desplegadas del abrazo fraterno”. Así regresamos nosotras tres, encendidas de vida, con inmensas ganas de transmitir todo lo aprendido junto a las sensaciones y los sentimientos ganados. Mariela me escribía en un correo al día siguiente: “Para mí los momentos más importantes fueron que Mercedes haya podido pisar su soñado anfiteatro, que vos hayas podido cumplir el objetivo de la cumbre, y que nos hayas hecho llegar, y lo mágico para mí fue haberlo compartido y aprendido de y con ustedes. Fue una de las mejores experiencias de mi vida porque me di cuenta de todo lo que me falta aprender.”

Todas las fotografías son propiedad de Gri Moreno.

Meri Castro

Escribir es mi naturaleza y la naturaleza me cautiva. Combiné ambas pasiones y me volví ecobloggera. Comunicar es lo mío. Las redes sociales son mi vicio.

2Comentarios

Comentar
  1. octubre 23, 2012
    Sin palabras ante semejante hazaña!
  2. julio 25, 2013
    Les felicito a las montañistas, bellas las fotos,grandes guerreras y luchadoras! Exitos en lo que emprendan!

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