Alternativa Verde | Mini jardines en botellas y burbujas cerradas: el milagro de la vida según un inglés y un artista argentino
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Mini jardines en botellas y burbujas cerradas: el milagro de la vida según un inglés y un artista argentino

La vida terrestre (animal, vegetal, humana, mineral) es un fenómeno maravilloso que, si bien ha logrado ser explicada por la ciencia, en cierto punto excede esos mecanismos entre moléculas, átomos y todas las aleaciones y combinaciones posibles. ¿Acaso no es algo pretencioso pensar que el raciocinio de la humanidad moderna ha llegado a descifrar el misterio de la vida casi en su totalidad? ¿Acaso no es demasiado egocéntrico asumir que la inteligencia del homo sapiens puede llegar a lograrlo alguna vez así sea con la ayuda de una compleja máquina?

Por eso cuando Jerónimo Venegas Villegas, un lector amigo, me pasó el dato de una historia que salió en el diario británico Daily Mail, enseguida quise compartírselas. Es así, el inglés David Latimer, en las Pascuas de 1960, se dispuso a hacer un experimento por pura curiosidad: tomó un botellón muy grande de vidrio, colocó dentro tierra, una planta, la regó, cerró la botella y la dejó al sol. En 1972 le puso agua por última vez y la dejó bien sellada. Este es el resultado:

Un pequeño misterio de la vida ya había comenzado: la planta dentro había comenzado su propio ecosistema y lo único que no podía faltarle eran los rayos del sol. Del resto el mismo vegetal junto con el agua, el suelo y las bacterias habían generado las condiciones ideales para seguir reproduciéndose sin interrupción por 53 años, sin la ayuda del hombre.

Este experimento de Latimer es un pequeño ejemplo de lo inteligente que es la vida, en este caso vegetal, y de cómo los motivos científicos ayudan a comprender lo que pasa dentro de esa botella pero que, aún así, la magia sobrepasa un poco todo lo racional, ¿no? Al menos así me parece a mi.

La planta sobrevivió en ese botellón y creció para ocupar cada rincón del mismo, ayudándose de aire, nutrientes y agua reciclada al 100%. Los especialistas en botánica entienden que de esta misma manera deben de haberse comportado los especímenes pioneros en nuestro planeta. Es increíble que todo ese oasis verde no haya demandado, en el medio siglo de existencia que tiene, mucho tiempo de parte de su dueño. Es que hace 4 décadas que permanece cerrada herméticamente sin contacto alguno con el mundo exterior.

La especie dentro de la botella se llama Tradescantia y se ha convertido, para asombro del mismo Latimer que ya cumplió 80 años, en una compañera de vida. El hombre cuenta que la botella está a una corta distancia de la ventana para recibir el sol, y que va girándola cada tanto para que la luz le dé a todas las hojas por igual y pueda crecer pareja. Sin necesidad de podarla ni regarla, esta planta es la definición perfecta de “bajo mantenimiento”.

La fotosíntesis está garantiza y por eso, a pesar de estar apartada del mundo, el oxígeno y la humedad en el aire son auto provistos por ella misma. De hecho, la humedad aumenta hasta “llover” y regar el mundo vegetal intra muros. El dióxido de carbono lo toma desde el suelo junto con los nutrientes.

Esa misma botella, que una vez la industria química había usado para transportar ácido sulfúrico, Latimer la usó para crear su pequeño/gran jardín. Sólo necesitó un poco de compost y la plántula que colocó dentro ayudándose con un alambre. Luego echó un cuarto de pinta de agua y no volvió a regarla hasta doce años más tarde.

Esta historia bella y curiosa que ocurrió en Cranleigh, Surrey, se hizo conocida hace muy poco cuando el mismo Latimer compartió una foto para un programa de radio de la BBC y se las ofreció por si su experimento resultaba de algún interés científico u horticultural. Lo que para algunos especialistas generó fascinación ante el ciclo de la vida misma a base de nutrientes reciclados para otros, en cambio, no tiene sentido porque para qué tener una planta en una botella sin poder olerla, sentirla y menos disfrutar de sus beneficios. Vos, ¿qué opinás?

El experimento en Argentina

A partir de este caso, recordé nuestra propia versión argentina llevada adelante por el Artista e Ingeniero Joaquín Fargas a quien conocí en 2011 cuando participé en unas charlas TEDx Río del Plata. Fargas le dio un giro distinto a este experimento amateur de Latimer aunque no lo conociera en absoluto.

El artista se ocupa de hacer producciones que integran el campo artístico, el científico y el tecnológico y llevó adelante El Proyecto Biosfera; esferas herméticamente cerradas donde la vida se reproduce también de una manera “reciclada”; pero con una vuelta de tuerca: demostrar que el mundo está en nuestras manos y así ayudar a la la concientización del cuidado del medioambiente a través de la experiencia estética.
En esa oportunidad que tuve de conocer este proyecto, sostuve una esfera y quedé encantada. La idea es muy original y difícilmente se la puede pasar por alto si alguna vez uno se la cruza. Fargas encontró una gran manera de hacer “tomar conciencia de los ecosistemas propios de cada región a través de su búsqueda, recolección e instalación y cuidado”.

Además, El Proyecto Biosfera se llevó durante estos años a diferentes escuelas para ”aproximar a los niños la noción de Care Art, entendiendo la dimensión estética como medio facilitador para la voluntad de cuidado”.
Como se lee en la página del Proyecto: “Mediante charlas de los docentes con el artista, (docentes de artística y de ciencias naturales) se transmitió el concepto de Care Art y los pasos para el desarrollo del Proyecto. La propuesta consiste en que los niños armen sus propias biósferas, con ecosistemas locales y materiales cotidianos, teniéndolas a su cuidado”.

Cómo hacer tu propia botella jardín

1. Elegí un envase contedor con cuello ancho para poder tener buen acceso (si es lindo, mejor!). Una pecera o un gran frasco de mermelada podrían ser ideales, especialmente para los chicos.

2. Necesitarás buen compost, piedras pequeños y arenilla gruesa y las plantas, elemental.
Usá una cuchara larga para colocar la primera capa de arena y después colocá una capa de compost lo suficientemente gruesa para que las raíces puedan acomodarse.

3. Introducí las plantas, que sean poquitas y pequeñas. Las ginkos o Adiantum, la Tradescantia y pequeños bebés de Chlorophytum son buenas para este experimento. Acomodalas, ajustalas con un palito y poné una última capa de piedritas que ayudarán a mantener la tierra en su lugar.

4. Regalas con mucho cuidado y poné el mini jardín donde el sol pero no de lleno. ¡Listo!

Todas las fotos de las esferas son propiedad de Joaquín Fargas.

4 Comentarios
  • maricel
    Publicado 16:04h, 23 enero Responder

    gracias por la idea…..me parece fantástico que estas plantas logren crearse su propio hábitat para continuar reproduciéndose y vivir………

  • Yoly
    Publicado 22:28h, 24 agosto Responder

    Que hermosa experiencia, es necesario, multiplicarla, para generar conciencia ambiental y poder entender os misterios de la vida. Estoy fascinada.

    • Meri Castro
      Publicado 11:01h, 17 noviembre Responder

      Yoly 😀

  • Kelvin
    Publicado 15:06h, 22 octubre Responder

    El autor hace mal en separar la vida humana de la animal.

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