Qué aprendí sobre ecología en 2012

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No vayan a creer ni por un segundo que me las se todas en lo que respecta a ecología. Hay muchísimas cosas que he ido aprendiendo a la par que ustedes durante todo este año.

En cada post descubría algo que antes no sabía. También al poner manos a la obra en muchos aspectos me he topado con errores de novato. Por eso, y aprovechando que con el fin de año se pone de moda esto de los balances, los invito a ver qué aprendí este 2012 sobre sustentabilidad.

1. El ciclo de la vida a través de mi ventana

Mi grandísimo logro es poder haber visto el milagro de la vida cada día en mi ventana. Sin tener parque ni un pequeño fondo donde sembrar, igual pude presenciar la alquimia que se genera entre la tierra, la semilla, el agua y el sol y sorprenderme con sus frutos y alegrarme por haber sido la tutora de esa maravilla.

Hay que decir que desde que me mudé a vivir con Santi (hace ya más de año y medio) y tuve la posibilidad de tener mis propias plantas a cargo,  he hecho algunos adefesios. Por ejemplo, compré plantines que no logré que sobrevivieran más que unos meses, en mi afán por lograr que la tierra no se apelmace en la maceta, removí la de una plantita en pleno invierno logrando solamente que se muriera.

Pero todos los  premios me los llevé con la primera vez que sembré pimientos (y también unos zapallos). Hice todo al revés salvo la parte de sacar todas las semillas de uno que había usado para cocinar. Sin leer nada porque si hay algo que soy, tienen que saberlo, es impaciente. Cuando quiero algo, lo quiero ya. Ahora. Entonces no me doy tiempo a preparativos ni nada.

Así fue que totalmente inexperta me dije, sembremos varias que algunas no van a prender: ¡error! Prendieron todas y ahí me ví yo con quichicientos brotes. Entonces no quedó más transplantar, quedándome ahora con muchos plantines que no tenía ni dónde poner.

Pero ese no fue mi único pifie porque además jamás me fijé si era época de sembrar (¿¿¿arrebatada yo???) y así las pobres pasaron el invierno como pudieron pero al llegar la primavera, todas las flores que tuvieron no lograron madurar en frutos.

De todo esto aprendí mucho, y bastante de eso también se lo debo a los consejos que fueron dejando en el blog y en Facebook. Primero, la necesidad de que la tierra esté bien nutrida pues de ella toma la planta su fortaleza. (Y aquí podría ir el error número dos que es poner cáscara de huevo y yerba y te directo en el sustrato -en vez de compostarlo primero- y tal vez sí enriquecerla pero traer también muuuuuuuuchas mosquitas a tu ventana. Me lo contó una amiga, eh! :P )

Segundo, armar almácigos para permitir que la semilla se desarrolle y luego trasplantarla a su lugar definitivo. Salvo que la planta sea delicada y no soporte ese pasaje.

También aprendí no sólo a respetar la necesidad de cada criaturita de sol sino también a entender que aunque estén en  una maceta, atraen vida. Mariposas, abejas, arañitas que van pasando de rama en rama. Ésa es la parte linda. La parte no tan linda es que un caracol trepe a un primer piso para hacerse su banquete o que hongos pongan mustias las hojas o extraños bichos alargados y con muchas patas vivan en la tierra de tu tomate cherry.

Combatirlos lleva su tiempo y lo mejor no deja de ser la enseñanza de cómo un pequeño ecosistema se va formando. De cúan sabia es la tierra y todos los organismos que la componen. Entender estos tiempos naturales, también es reconectarse con el mundo, aunque se viva en medio del hormigón, ¿no?

 2. Residuos

Ya hace mucho separo mis residuos. ¿Les había contado de cuando era recepcionista y tenía toda una caja para los papeles y cartones y la bolsa para los plásticos? Les voy a decir una intimidad, cuando entraba a la sala de reuniones después de ser usada por los dueños que tiraban pilas de papeles impresos que apenas miraban una vez, no podía aguantarlo y los sacaba del tacho y me los llevaba a mi basura separada.

Bueno, acá en Vicente López tengo un container donde dejar los reciclables. Lo malo es que no reciben vidrio así que en esta casa que somos todo menos abstemios, voy juntando botellas y cuando hay las suficientes, vamos a algún lugar de acopio a dejarlas. Así, el patio del depto suele parecer la difunta correa.

En lo que avancé en 2012 es en hacer compost. Sí, un amigo de Alternativa me aconsejó improvisar compostera con un cajón de frutas, unas bolsas con agujeritos para permitir que “respire” y hacia allí fuí. En esto no les voy a mentir, seguramente una buena compostera haga todo más fácil.

Por empezar, hay ciertos desechos que generan alguna que otra mosquita (y cuándo no, alguna mosca también hay que espantar). No es difícil, siempre hay que cuidar la proporción entre secos y húmedos para que el proceso marche. Hace más de un mes que lo tengo y marcha bien aunque creo que ahora le anda faltando algo de humedad. Pero la diferencia al momento de sacar la basura se nota mucho: baja mucho el volumen.

Tengo mucho por aprender en este punto: sigo agregando o empiezo otra tanda de compost; seco los residuos antes de echarlos o van directo como están, y muchas otras cosas que sólo pueden aprenderse en la práctica.

Lo mejor de todo, hay flotando en el aire una propuesta de la gran Dafna Nudelman (de FADU Verde) para llevar una buena política de gestión de residuos en el edificio en el que vivamos.

3. El ejemplo contagia

Es genial ver que quienes nos rodean van asimilando las prácticas sustentables de sólo vernos. Así al menos me pasó con Santi, que de tanto convivir con esta loca de la ecología, terminó por volverse más consciente del medio ambiente y sus cuidados.

Ha rescatado cosas de su oficina que iban a la basura común cuando debían ser recicladas y se las trajo a casa para darles un destino debido. Hasta cuando pensó en comprarse luces para la bicicleta consideró de buscar unas que no tuvieran baterías comunes para no contaminar. ¡Qué orgullo!

Mi amiga Mariana hace poquito se dio cuenta que todo el papel que tenía para tirar tenía que ir donde se reciclara y hasta estando de viaje cuatro meses por el mundo se acordó de mi y me trajo esta bolsa reciclada muy genial:

Matías también es otro que ya clasifica sus residuos desde Mar del Plata. Por último, el otro grandísimo ejemplo de que el ejemplo contagia -aunque no me atribuyo ni la mitad del mérito, eh!- es Dafne, a quien conocí por esas cosas de la vida y gracias a la virtualidad nos mantuvimos en contacto. Primero por su trabajo, después por pura curiosidad y ahora por convicción, se está transformando en toda una eco chica y pueden seguir su cambio hacia lo verde en Sustentator.

Así que, como ven, puede llevar su tiempo pero nuestras acciones hablan que nuestras palabras. :)

 4. Ser ecológico no es fácil pero sí muy gratificante

Ustedes que lo viven día a día al igual que yo, saben que no es fácil porque, lamentablemente, aún somos la minoría. Últimamente me agarré la manía de mirar (de lejos) cómo sacan la basura las personas. Cada vez que veo el plástico o las latas en medio de lo no reciclable o lo orgánico, enloquezco.

Cuando veo que salen de una compra grande con muchas bolsas de plástico -porque si una vez te olvidaste la de tela para una compra chica, vaya y pase-, ruego por una campaña más eficaz para que todos en todas partes tomen conciencia. Entonces pasa uno con un changuito para compras, y me relajo un poco.

Cuando veo lo no sustentable de nuestros medios de transporte, me sale una cana verde. Pero después veo mucho gente andando en bicicleta, y respiro un poco. No es fácil, a veces queremos hacer las cosas bien y no nos dan las herramientas para hacerlo. Pero igual lo seguimos intentando.

Aunque a veces siento que los que defendemos al planeta seguimos siendo demasiado pocos -y los grandes capitales siguen sin darse por aludidos-, al final de este año me siento muy conforme de haber avanzado en mis prácticas sustentables y soy muy conciente de que tengo que ir por más.

Ir por más reducción, más comercio justo, más consumo responsable, más eco emprendedores, más racionalización del agua -sueño con el método para juntar agua de lluvia en departamento!, de la luz, más acciones que me excedan como individuo y que sumen más para que seamos más cuidando al planeta. Ah! y tengo muchas ganas de hacer papel reciclado. Vos, ¿qué aprendiste en 2012 y qué te proponés para el año que viene?

 

Acerca de Meri Castro

Escribir es mi naturaleza y la naturaleza me cautiva. Combiné ambas pasiones y me volví ecobloggera. Comunicar es lo mío. Las redes sociales son mi vicio.

2 respuestas a Qué aprendí sobre ecología en 2012

  1. Excelentes cosas se aprenden cada día!!!! gracias Meri por compartir siempre cosas que realmente valen la pena, para mi este 2012 fue un año de muuuuuucho aprendizaje también, sobre todo en el ámbito ecológico y la mejor cosecha es la de contactos como el de tu web, Alma (Vero), Lucuma, Zapallos en almibar (aunque retirada de los post, Eli) y otras tantas que siempre aportan su conocimiento en pos de un mundo un poquito mejor.
    Cuando era chico, y de grande pavote nunca comprendí mucho la frase “aportar un granito de arena” hoy me doy cuenta que las cosas mas pequeñas son las que realmente importan y logran sus objetivos, no quiere decir que los mega-proyectos no lo hagan, simplemente que nos cuesta mucho hacer algo gigante de una sola vez.
    de nuevo muchas gracias!!!

    • Meri Castro dice:

      Juaaaaaan!!! adhiero totalmente en que conocimos gente muy genial este año y vos sos una de ellas! ahora nos falta armar una juntada… y entre todos vamos sumando granitos de arena y vamos siendo más! :D Gracias a vos por sumar, por compartir, por la buena onda…….

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